El imperialismo y la economía de guerra

1Hasta la fecha, el mundo contemporáneo ha conocido dos grandes guerras mundiales imperialistas, dos carnicerías de escala planetaria que han provocado la muerte de decenas de millones de seres humanos. Como bien se encargó de demostrar el revolucionario método científico de Karl Marx, el capitalismo emergió como sistema social chorreando sangre por todos sus poros en los cuatro puntos cardinales del globo. Desde los orígenes del capitalismo, la formación social capitalista ha sido una máquina indisociable de la guerra, la muerte y la destrucción. Además de las dos guerras mundiales, el sistema capitalista ha masacrado y generado guerras de agresión a través del esclavismo, el colonialismo, las intervenciones contrarrevolucionarias en la Rusia soviética, el sionismo y las brutales matanzas en Palestina, las carnicerías imperialistas en Vietnam, Timor Oriental, África; las persecuciones y asesinatos contra revolucionarios y movimientos de resistencia en América Latina, Europa, Asia; los crímenes de lesa humanidad promovidos por el imperialismo en el continente africano, las últimas agresiones en la ex Yugosvalia, en Irak, Líbano, Libia, Siria, etc.

Es un hecho científicamente demostrado que la guerra y el capitalismo son dos entidades inseparables. De esto no debe inferirse, obviamente, que con anterioridad al capitalismo no hubiera guerras; pero es indiscutible que el capitalismo lleva en su propio ADN la economía de guerra como motor que pone en marcha los pistones del sistema. Además, si bien es cierto que en todas las sociedades de clases ha habido guerras de destrucción y de opresión, es en el capitalismo donde la naturaleza de las guerras alcanza cualidades y una magnitud nunca antes vistas. El poder de destrucción de la maquinaria de guerra capitalista ha tenido la ocasión de demostrar su sanguinaria capacidad de devastación -por citar solo cuatro de los episodios más inhumanos del desarrollo belicista del capitalismo- en la Primera Guerra Mundial imperialista (con las masacres cometidas por las distintas potencias en el novedoso uso de armas químicas y biológicas), en la Segunda Guerra Mundial (con genocidios como los perpetrados por el Estado burgués nazi en forma de campos de exterminio, cámaras de gas, hornos crematorios, etc., o las dos bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos sobre población civil en Japón), en la agresión imperialista estadounidense sobre el pueblo oprimido de Vietnam (utilizando para ello, sistemáticamente, armamento genocida como el napalm) o en las recurrentes matanzas perpetradas por el sionismo en Palestina.

A pesar de este historial sanguinario y genocida, es lógico que los distintos capitostes del imperialismo nieguen o justifiquen las sangrías organizadas por sus amos los capitalistas. Es tal la decadencia moral y la desfachatez de los intelectuales y defensores ideológicos de la burguesía que, incluso, se atreven a atribuirnos a nosotros, los comunistas, crímenes horrendos. Esto es algo lógico e inevitable, pues el imperialismo tardío tiene más que nunca la necesidad de verter la mayor basura propagandística contra el movimiento comunista internacional, el único que ha sido capaz de amenazar seriamente el orden genocida y destructivo del capitalismo.

En el aspecto de las justificaciones o las clásicas actitudes consistentes en echar balones fuera («el Estado nazi nada tenía que ver con el capitalismo», «el apartheid o las matanzas contra población civil son solo obra de determinados Estados o gobernantes», «las guerras mundiales se produjeron por culpa de algunas potencias, del fascismo, y, además, son cosa del pasado», etc.), los intelectuales y los voceros más reaccionarios de la burguesía internacional siempre han vendido a bombo y platillo que las distintas guerras de rapiña y agresión han sido ajenas a la dinámica intrínseca del modo de producción capitalista en su fase imperialista. Desde el lado de los oportunistas, reformistas y socialdemócratas (la izquierda del sistema de explotación vigente), la interpretación distorsionada de la naturaleza de las guerras en el imperialismo también ha sido la tónica dominante, como no podía ser de otra manera. Efectivamente, todos los que buscan embellecer el sistema de explotación capitalista siempre han pretendido pervertir las enseñanzas de los mayores revolucionarios sobre la naturaleza intrínsecamente violenta y belicista del capitalismo (en concreto, del sistema capitalista en su última fase, el estadio imperialista), tratando de engañar a las masas explotadas sobre el verdadero carácter violento y destructivo del capitalismo, diferenciando entre imperialismos «agresores» e imperialismos «defensivos», distorsionando la realidad mediante teorías (como el «ultraimperialismo» de Kautsky, hoy refundada por intelectuales como Toni Negri y sus acólitos) que niegan la inevitabilidad de las guerras entre bloques imperialistas, etc.

En este breve trabajo sobre el imperialismo y la economía de guerra, demostraremos de forma científica cómo el belicismo es inseparable de la dinámica capitalista. Tras haber fundamentado las bases belicistas y militaristas de la economía del imperialismo, y después de haber explicado los fundamentos de la economía política de este modo de producción decadente, demostraremos cómo la Tercera Guerra Mundial imperialista es la salida inevitable del capitalismo, siempre que antes el movimiento revolucionario no haya liquidado este sistema explotador y genocida. Explicaremos cuáles son hoy las zonas de mayor confrontación interimperialista, haciendo una denuncia implacable de todas las políticas imperialistas, sin importar que correspondan a un bloque más o menos desarrollado, defendiendo la necesidad de reconstituir el movimiento comunista internacional y de derrocar a la burguesía como única salida para evitar una nueva conflagración mundial que, sin duda, tendría unas consecuencias catastróficas para el conjunto de la Humanidad.

1. El capitalismo, un sistema basado en la guerra

1.1. El capitalismo es un sistema de clases históricamente determinado. Pero el capitalismo no es el primer sistema clasista de la historia, sino que ha sido precedido por los sistemas esclavista y feudal. En primer lugar, recordemos, siguiendo la definición concisa que dio Lenin en su artículo «Una gran iniciativa», que las clases sociales son «grandes grupos de hombres que se diferencian por:

    1. su lugar en el sistema históricamente determinado de la producción social,
    2. por su relación (en la mayoría de los casos confirmada por las leyes) hacia los medios de producción,
    3. por su papel en la organización social del trabajo y, por consiguiente,
    4. por los medios de obtención y por el volumen de la parte de riqueza social de que disponen.

    Las clases son grupos de hombres en los que unos pueden atribuirse el trabajo de otros gracias a la diferencia del lugar que ocupan en un determinado sistema de la economía social».

1.2. Lo peculiar del capitalismo con respecto a otros sistemas clasistas de organización social es que la clase dominante de la sociedad vigente, la burguesía (y la oligarquía financiera en la época del imperialismo como nueva fracción dominante del Estado), no solamente se apropia de los medios de producción fundamentales, expropiando con ello a gran parte de la sociedad de sus medios de vida, sino que además acumula capital mediante la explotación de la fuerza de trabajo, una explotación creciente que permite la extracción de una plusvalía que se transforma posteriormente en ganancia (plusvalía realizada).

1.3. Por tanto, tenemos que son tres las características fundamentales del sistema de opresión capitalista:

A) Clases sociales con intereses antagónicos. Dichas clases se dividen fundamentalmente en dos: el proletariado y la burguesía; está última se divide a su vez en burguesía monopolista o capital financiero, por un lado, y burguesía media o no monopolista, por otro lado. Además, dentro de la clase dominante se desarrolla la aristocracia obrera, la capa social que se forma en los países imperialistas y que, según Lenin, constituye «ese sector de obreros aburguesados (…) enteramente pequeñoburgueses por su género de vida, por sus emolumentos y por toda su concepción del mundo, es el principal apoyo de la II Internacional; y, hoy en día, el principal apoyo social (no militar) de la burguesía» (El imperialismo, fase superior del capitalismo). Por último, pervive una clase intermedia, la pequeña burguesía, formada por todos aquellos propietarios de medios de producción que no explotan fuerza de trabajo.

B) Propiedad privada de los medios de producción, sancionada por la ley burguesa y que permite la explotación de todos aquellos seres humanos desposeídos de medios de producción.

C) Explotación de la fuerza de trabajo, gracias a la cual el capital extrae la plusvalía de los explotados, los verdaderos creadores de la riqueza social, y con la cual consiguen poner en marcha la reproducción ampliada del capital.

1.4. Ahora bien, Marx y Engels no tuvieron la oportunidad de conocer plenamente la evolución del capitalismo de libre competencia al capitalismo monopolista de Estado, es decir, al imperialismo. Fue Lenin quien, basándose en estudios de economistas burgueses y socialdemócratas (como Hilferding o Hobson), definió y explicó las bases de la nueva fase en que había entrado el capitalismo: el imperialismo, el cual se caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales:

-elevado desarrollo de las fuerzas productivas hasta su centralización y concentración en poderosos monopolios;
-fusión de los bancos con el capital industrial, que pasan a constituir el capital financiero;
-evolución desde la exportación de mercancías propia de la época «libre» del capitalismo hasta la exportación de capitales, que permite el expolio de las grandes potencias imperialistas contra los países oprimidos y la sobreexplotación contra las masas más hondas del proletariado de los países dominantes;
-conformación de alianzas y asociaciones de capitalistas internacionales que proceden al reparto del mundo.

1.5. Como explicamos antes al mencionar el origen violento y belicista del capitalismo, el sistema socio-económico vigente ya nace destruyendo por doquier (aunque, evidentemente, el capitalismo supuso un innegable avance en el desarrollo social de las fuerzas productivas a escala planetaria con respecto al modo de producción feudal, y también tuvo por ello un carácter creador, no solo destructivo), pero es en su fase imperialista cuando la guerra, la destrucción y la reacción adquieren unos niveles inauditos hasta el momento. Es en la fase imperialista cuando la oligarquía financiera se convierte en esa jauría de belicistas redomados que pugna entre sí por adueñarse de países oprimidos como lugares para la exportación de capitales y el expolio.

Es en la época del imperialismo, la era del capitalismo más reaccionario y decadente (en la cual ya no hay nada progresivo que pueda aportar el capitalismo a la Humanidad), cuando, según el militar prusiano Carl von Clausewitz, unos de los teóricos e historiadores de la ciencia militar más importantes de la historia, «La guerra es una continuación de la política por otros medios» es una máxima que en el contexto del imperialismo cobra su mayor sentido. Teniendo en cuenta que la política es la gran manifestación superestructural de la economía, en la fase imperialista la guerra es una continuación inevitable de la economía capitalista por otros medios.

1.6. La causa última y determinante de la situación de guerra constante en que se desenvuelve el capitalismo monopolista de Estado es la propiedad privada de los medios de producción, que empuja a los capitales imperialistas a una competencia despiadada y cada vez más violenta, y a una pugna creciente entre los distintos bloques hegemónicos por el control de nuevos mercados, de nuevas zonas de exportación de capitales, etc. Aunque el aspecto de las guerras actuales lo abordaremos con más detenimiento en el segundo y último epígrafe, es indiscutible que hoy no existe una sola guerra reaccionaria en el mundo que no tenga por causa determinante el vigente modo de producción capitalista y su naturaleza intrínsecamente violenta, clasista y expoliadora.

1.7. La idea de la economía de guerra en el imperialismo no es una frase altisonante ni una exageración propia de comunistas. Es, de hecho, la definición más fiel y respetuosa con el estudio científico del funcionamiento y la dinámica interna del sistema capitalista. Es un hecho constatado por el desarrollo histórico que es a través de los ejércitos y las guerras como las potencias consiguen mejorar posiciones en la división internacional del trabajo. Pero, además, en la propia base de la economía política actual se demuestra de forma muy clara la importancia de la maquinaria de guerra para el sostenimiento del actual sistema económico capitalista.

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1.8. La guerra imperialista es una de las formas más eficaces en que el capitalismo combate sus propias crisis cíclicas de sobreproducción de capitales. Siendo la causa determinante de todas las crisis la tendencia decreciente de la tasa de ganancia media del capital, la guerra aparece como una dinámica económica que consigue poner en marcha nuevamente el ciclo de reproducción ampliada de capital con vistas a mejorar la rentabilidad del capital invertido. Esto lo logra el sistema capitalista mediante la destrucción de capital constante y variable sobrante, y a través de la posterior reconstrucción y reinversión de capitales excedentarios en las zonas devastadas por la bota del imperialismo. En este sentido, la guerra imperialista a escala mundial no es una cuestión de la política de determinados Estados o bloques hegemónicos, sino que es el producto inevitable de la competencia descarnada entre los capitales imperialistas. En cualquier caso, ni siquiera las guerras de agresión y rapiña resuelven las crisis recurrentes del modo de producción capitalista, sino que solo las aplazan hasta un nuevo ciclo de recesión y depresión, el cual es siempre peor que el anterior por la mayor masa de capital acumulado y por su potencial destructivo de «activos» sobrantes.

1.9. Estados Unidos de América, la mayor potencia imperialista del globo, es el más claro exponente de la naturaleza belicista de la economía en la época del imperialismo. En primer lugar, es una realidad innegable que el imperialismo estadounidense sería incapaz de mantener su estructura productiva y económica sin la existencia del «complejo militar-industrial». Es decir, vemos claramente que en ese país la industria armamentística no es solo una cuestión de geoestrategia, sino que además es uno de los pilares más importantes de la economía estadounidense.

Vayamos primeramente con algunos datos muy ilustrativos extraídos de «Por qué EEUU no puede recortar su gasto en defensa», artículo publicado en la edición digital de El Mundo el 10 de marzo de 2013. El gasto militar ha crecido en esa nación en torno a un 250% desde los autoatentados del 11-S. Solo el Pentágono tiene un personal de 2.400.000 personas (el personal no militar asciende a 800.000 personas). En Colorado, un Estado con una población de más cinco millones de habitantes, 70.000 asalariados dependen del sector aeroespacial, a su vez vinculado al complejo militar-industrial estadounidense. Además, hay dos millones de personas que trabajan en empresas con acceso a labores de inteligencia o en proyectos militares del Estado.

Como relata Pablo Pardo, el periodista de uno de los grandes medios del capital monopolista en España, las empresas militares de EEUU (con Lockheed Martin a la cabeza, la compañía militar más importante del mundo) saben aprovechar muy bien el papel preponderante que juegan en la estructura económica del país. Así, tanto el diseño como gran parte de la fabricación y el ensamblaje final de medios de guerra se elaboran en la mayoría de los Estados norteamericanos. Estamos ante la clásica división interna del trabajo, en este caso claramente enfocada a las necesidades belicistas de la burguesía estadounidense. Sin embargo, siguen siendo Florida, Texas, Ohio, California, Virginia y California los Estados más importantes en la organización de la producción militar de la mayor potencia imperialista del mundo.

A pesar del abultadísimo déficit fiscal y por cuenta corriente de la economía estadounidense, el derroche de fondos «públicos» (tanto federales como estatales) del Pentágono que va a parar a los bolsillos de los accionistas de Lochkeed Martin o Boeing, sigue acumulándose inexorablemente. Además, Estados Unidos continúa siendo la locomotora del gasto militar mundial. Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, EEUU acaparó en 2011 el 41% del total de capital invertido en todo el mundo en la industria de guerra (en concreto, la cifra ascendió a los 607 mil millones de dólares estadounidenses). El Banco Mundial, por su parte, ha determinado que el gasto militar total de EEUU en relación a su PIB ascendió hasta el 4,7% en el periodo 2008-2012.

Más datos sobre el carácter belicista de la economía estadounidense. Según Morss (2010), el Gobierno de EEUU ha gastado entre 2001 y 2009 1,08 billones de dólares en la «guerra contra el terrorismo», es decir, en la pugna por controlar una mayor cantidad de países. A esta cifra hay que sumar, desde la Guerra del Golfo, 94 mil millones de dólares a precios constantes en gasto militar. Todos estos datos de la primera potencia militar y económica del mundo corroboran, salvo para quienes aún tienen interés en defender un sistema belicista como este, la tesis marxista-leninista sobre el carácter radicalmente violento y guerrerista del imperialismo.

1.10. Pero el militarismo creciente y un gasto en «defensa» desaforado no se reducen en absoluto a EEUU, sino que se extienden al resto de potencias imperialistas del planeta. Así, continuando con los datos ofrecidos por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, la China social-imperialista gastó en 2011 casi 85 mil millones de dólares estadounidenses, lo que supuso un 8,2% del total mundial. Seguidos muy de cerca por China, nos encontramos con Rusia, Francia y Reino Unido, los cuales gastaron, respectivamente, 70,6 mil, 65,7 mil y 65,3 mil millones de dólares. Otras potencias imperialistas, como Japón, Arabia Saudita, India, Alemania, Brasil o Corea del Sur, fueron las siguientes en la lista de los países más militarizados del mundo.

1. 11. El otro gran «actor» imperialista mundial, Israel, no aparece en la lista de los diez primeros gigantes militares, puesto que, si tomamos las cifras en términos absolutos, el gasto del Estado sionista es menor que el de los países imperialistas ya mencionados. Sin embargo, en términos relativos Israel es la sexta potencia mundial en inversión militar (con un gasto armamentístico del 7,3% en relación al PIB, según datos de 2006 ofrecidos por The World Factbook 2008), tan solo superado por Omán, Qatar, Arabia Saudita, Irak y Jordania (no es casual que los Estados del golfo Pérsico o del Medio Oriente, como peones o potencias aliadas del bloque imperialista anglo-sionista, sean los países más militarizados del mundo en términos relativos).

1. 12. El Estado español tampoco se queda atrás en la carrera armamentística por el reparto del botín imperialista. Para empezar, las fuerzas armadas de la burguesía imperialista española están presentes en Bosnia-Herzegovina, Afganistán, Líbano, Somalia, Chad, Yibuti y Uganda, sin olvidar la participación de la Guardia Civil o el ejército de España en labores de entrenamiento militar a represores en Irak o Haití. En cuanto a los presupuestos belicistas del Estado español, las cifras oficiales ascienden a 6.913,65 millones de euros para este año, siendo el gasto total de 28.897,54 millones de euros. Esto implica un gasto militar diario de 79,17 millones de euros. Por último, la deuda del Estado español en concepto de industria de guerra asciende a los 31.000 millones de euros (es decir, más de 15 veces el montante de la partida asignada a Educación en España).

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2. El imperialismo y la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial: el comunismo,
la única alternativa ante la barbarie del capitalismo

2. 1. Nos encontramos inmersos en la crisis económica más importante de la historia del capitalismo. A pesar de los discursos de los think tanks hegemónicos de los países dominantes, por el momento no se vislumbra una salida a corto plazo de la actual depresión económica (una depresión que, si bien afecta fundamentalmente a los países imperialistas del bloque «occidental», está terminando por salpicar al resto de países, incluidos los BRICS). Sin embargo, todas aquellas teorías oportunistas y revisionistas que postulan el derrumbe automático del capitalismo son por completo ajenas a la verdad sobre los fundamentos reales de la infraestructura económica del sistema burgués. En efecto, no hay ninguna situación económica sin salida para el capitalismo, como ya postulara Lenin hace más de un siglo. Por muy honda que sea la crisis económica del modo de producción capitalista, no puede haber ningún derrumbe espontáneo del sistema de explotación dominante. Es más, si en tiempos de crisis el movimiento revolucionario aún no ha sido constituido, el sistema dominante se hace más fuerte, se pertrecha y aprovecha para pasar a la ofensiva y ganar posiciones en el terreno de la lucha de clases. Esto se está materializando hoy en la actual política seguida al dedillo por los grandes Estados capitalistas, los cuales, como fieles sirvientes de la oligarquía financiera, están utilizando la profunda crisis estructural del capitalismo para seguir consolidando su dominio casi absoluto en el seno de las sociedades capitalistas occidentales.

2. 2. En este contexto de crisis profunda del capitalismo, es absolutamente lógico e inevitable que los distintos leones imperialistas afilen sus dientes y se preparen para dar caza a las víctimas más codiciadas y débiles. Asimismo, asistimos a un proceso creciente, igualmente insoslayable, de enfrentamiento entre los distintos depredadores internacionales, que, de forma progresiva, comienzan a agruparse en dos grandes bloques imperialistas hegemónicos.

2. 3. Como hemos explicado ya, las rivalidades interimperialistas se agudizan en todo el mundo, sobre todo en las zonas de mayor conflictividad para la burguesía internacional. Aunque, en nuestra opinión, es evidente que aún no se han conformado de manera plena y con todas las consecuencias dos grandes bloques imperialistas (cuando esto suceda, la proximidad de la Tercera Guerra Mundial imperialista será una posibilidad nada remota para el capitalismo internacional), sí es innegable que ya se han dado los primeros pasos para la emergencia de tales bloques, lo cual no es óbice para que, dentro de dichos bloques, haya a su vez países que puedan virar hacia uno u otro bloque, o incluso Estados que mantengan posiciones de calculada ambivalencia por su posición geoestratégica.

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2. 4. Por un lado, nos encontramos con un bloque «occidental» ya plenamente configurado.  Dicho bloque está capitaneado por EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, España, Portugal, Grecia, Canadá, Australia, Japón, Turquía, Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, Corea del Sur y Arabia Saudita, fundamentalmente (a su vez, dentro de este bloque podemos distinguir dos subbloques: el de EEUU-Reino Unido y el de Francia-Alemania). Dentro del bloque «occidental» se agrupan multitud de Estados que, en la organización internacional del poder imperialista, son peones de las potencias dominantes de este bloque, lo que significa que los planes de sus burguesías están total o parcialmente supeditados a los intereses de las potencias hegemónicas del bloque «occidental». En este grupo de países podemos englobar a Colombia, Chile, Marruecos o los Estados del golfo Pérsico.

2. 5. Por otro lado, desde el desmantelamiento del campo revisionista ha venido conformándose un bloque imperialista emergente, que podemos denominar «oriental» por simplificar. Los dos grandes colosos de este bloque son Rusia y China. Otros países que, de forma más o menos manifiesta, se alinean con este bloque son Brasil, Argentina, Bolivia, Nicaragua, la Cuba revisionista, Ecuador, Venezuela, Sudáfrica, Siria o Irán. Además, como consecuencia de la cada vez mayor penetración del social-imperialismo chino en África, son cada vez más numerosas las áreas de influencia de este bloque representado en parte por la China capitalista.

2. 6. Es muy peculiar y digno de un análisis específico el caso de India, toda una potencia imperialista hoy en el mundo que pugna diariamente por mejorar su posición en el sistema capitalista internacional. Por el momento, India es el mayor exponente de gran potencia económica y militar que mantiene aún una posición de relativa autonomía o, si se quiere, de calculada ambivalencia entre un bloque y otro. Por un lado, India está impelida a entenderse con el bloque «oriental», no solamente por una cuestión geoestratégica, sino además por una relativa conjunción de intereses «defensivos» con potencias como China o Rusia frente al imperialismo «occidental». Sin embargo, por otro lado, el imperialismo indio no puede supeditarse sin más a China, Brasil o Rusia, por lo que aún necesita mejorar sus posiciones.

Además, según acaba de reflejar un informe de la consultora KPMG, India es ya el segundo «socio comercial» en África, solo superado por China, lo que sin duda podrá producir fricciones o desencuentros en función de cómo sepan las burguesías de ambos países discutir los distintos mercados a repartir. India es hoy uno de los mayores exportadores de capitales en países como Etiopía, Somalia, Níger o Nigeria, teniendo un especial interés en controlar la costa oriental africana y países como Madagascar o las islas Scheychelles.

Sobre las relaciones entre India y China, hemos comprobado que hace escasos días (el 9 de mayo de 2013), el ministro indio de Asuntos Exteriores, Salman Khurshid, ha expresado «gran optimismo» sobre la posibilidad de aprovechar las «enormes oportunidades para cooperar en marcos bilaterales y multilaterales» con China y otros países afines al bloque imperialista «oriental». Además, según el ministro indio, hay razones sobradas «para creer que el siglo XXI será el siglo de Asia», lo que, traducido en el lenguaje de la economía política real, significa que el bloque «oriental» está llamado a convertirse en este siglo en el bloque dominante a nivel internacional (para nosotros, este será de hecho el mayor factor que precipitaría una eventual Tercera Guerra Mundial).

La República de la India nada entre dos aguas hasta el momento presente. Así, mientras inicia y profundiza cierto acercamiento con la China revisionista, India potencia todavía más su alianza estratégica con el Estado de Israel (las relaciones geoestratégicas y militares de las dos hienas imperialistas se extienden hasta la formación militar conjunta y la compraventa de todo tipo de tecnología militar, incluida la aeroespacial). No olvidemos que el gigantesco país asiático es el mayor comprador mundial de equipos militares de fabricación israelí., siendo la potencia sionista el socio militar más importante para India después de Rusia. En este aspecto queda meridianamente clara la naturaleza ambivalente de la actual posición geoestratégica de India, pues, mientras por un lado tiene a Rusia como una potencia afín a sus intereses, por otro lado mantiene estrechas relaciones con Israel, uno de los grandes puntales del bloque imperialista «occidental».

En cualquier caso, termine India integrándose definitivamente o no en el bloque capitaneado por China o Rusia, no cabe duda de que la expansión de este país va a provocar una escalada de las tensiones y la confrontación con las grandes potencias imperialistas «occidentales». Lo que aún no se sabe, a nuestro entender, es cómo va a evolucionar India a largo plazo en la «arena internacional». Tampoco podemos saber cuál será la posición de dicho Estado si, llegado el caso, el ruido de sables entre los dos grandes bloques pasa al terreno de la «política real», es decir, al terreno de la guerra abierta y declarada.

2. 7. Una vez dibujado el que, a nuestro entender, es el nuevo mapa mundial del imperialismo, es necesario determinar cuáles son hoy las zonas de mayor litigio entre los dos grandes bloques imperialistas. En la actualidad, son cinco los focos de mayor confrontación entre los tiburones imperialistas, y los que suponen ya un precedente de la Tercera Guerra Mundial por goteo:

A) Próximo Oriente y Oriente Medio. En este foco Israel es el gran portaaviones del imperialismo «occidental», la gran potencia expansionista que amenaza con su hipermilitarismo no solo a Palestina, sino a Siria o Irán. En concreto, es Siria en la actualidad el gran teatro de operaciones del imperialismo anglo-estadounidense, los imperialismos emergentes turco y saudí, el sionista y el franco-europeo. Para nosotros está claro que, en el caso de la agresión contra Siria, este país no es más que la antesala necesaria para el objetivo final del bloque «occidental», que es la República Islámica de Irán, un Estado tremendamente codiciado, no solo por sus reservas estratégicas de gas natural y petróleo, sino además y sobre todo por ser toda una potencia económica regional en bienes de equipo, en tecnología civil y militar, etc.

B) El África negra. El África subsahariana, el centro del continente y el cuerno de África son hoy el escenario de rivalidades crecientes entre los buitres imperialistas, que litigan por apoderarse de los ingentes recursos naturales de ese continente, por exportar capitales y por vender productos manufacturados en países que tienen tasas de crecimiento de entre el 6 y el 10%. Tarde o temprano, al imperialismo le estallarán las costuras en esta región del orbe y, de manera inevitable, África será el lugar en que los imperialismos «occidental» y «oriental» se enfrentarán militarmente por el reparto del botín.

C) Corea del Norte. La República Popular Democrática de Corea se encuentra hoy totalmente aislada y cercada por el imperialismo internacional, incluso por la China social-imperialista, que se ha posicionado a favor de las sanciones contra ese país. Una posición muy parecida a la china la ha adoptado Rusia, lo que hace que a día de hoy Corea del Norte se exponga a presiones de ambos bloques imperialistas. Sin embargo, nosotros entendemos que el verdadero conflicto interimperialista en esa zona del planeta no va a traducirse en una agresión militar directa contra Corea del Norte, sino que tiene que ver sobre todo con la utilización del conflicto por parte de Estados Unidos como manera de debilitar los intereses de China y Rusia, gracias al incremento de la presencia militar estadounidense en la región.

D) El Cáucaso. Esta región, situada entre Europa del Este y Asia occidental, es desde el desmembramiento de la Unión Soviética revisionista una de las zonas de mayor tensión interimperialista. Pero aquí, a diferencia de lo que ocurre en Oriente Medio o en el África negra, son Rusia y Estados Unidos los dos gigantes que confrontan por controlar la región. Recordemos que este territorio es muy rico en recursos naturales de carácter geoestratégico. Tanto Georgia como Armenia y Azerbaiyán son hoy el reflejo de las posiciones enfrentadas y cada vez más agudizadas entre el imperialismo ruso y el estadounidense.

E) América Latina. Son dos los factores que provocan que esta región del mundo sea en estos momentos otra de las zonas «calientes» a nivel de hostilidades interimperialistas. En primer lugar, desde principios de este siglo han emergido con fuerza los proyectos de «capitalismo nacional» de países como Venezuela, Argentina, Bolivia o Ecuador (el caso de Brasil es distinto, pues este país sí que ha desarrollado realmente una burguesía nacional poderosa y con capacidad para discutir de igual a igual con imperialismos como el estadounidense, e incluso para convertirse también en una burguesía imperialista en ascenso vertiginoso), que a largo plazo pueden actuar parcialmente como correas de transmisión del imperialismo sino-ruso y pueden precipitar el enfrentamiento definitivo del bloque «oriental» con el «occidental». En segundo lugar, el montante total de las inversiones de capitales chinos, indios y rusos en América Latina no hace más que crecer, lo que provocará a largo plazo una escalada de las tensiones con el imperialismo estadounidense, sobre todo, y el europeo en menor medida (ambos grupos imperialistas han formado parte del bloque emisor de inversiones tradicional en la región hasta hace pocos años).

2. 8. Hay quien cree que, debido a la existencia de armas nucleares de un potencial destructivo incalculable en posesión de países de ambos bloques imperialistas, es impensable que pueda producirse una conflagración a escala planetaria, ya que el sistema no estaría dispuesto a llegar al extremo de devastar por completo el planeta Tierra. A nuestro juicio, esta visión es falaz e idealista, pues otorga  un carácter de racionalidad, desde el punto de vista metafísico de una moralidad pura, que en absoluto es propio del sistema capitalista. Si no hay una Revolución proletaria mundial que acabe con la raíz del problema que aqueja a gran parte del mundo (es decir, la organización social capitalista en su fase imperialista), la Tercera Guerra Mundial será una realidad inevitable a largo plazo, pues es el único mecanismo de resolver la pugna creciente entre los diferentes tiburones imperialistas. El combustible que necesita el sistema económico dominante para funcionar es la guerra, y esta es una realidad a la que ningún país capitalista se puede sustraer, lo quiera o no.

2. 9. De hecho, solo hay que conocer superficialmente la situación internacional en la actualidad, para llegar a la conclusión de que ya se están poniendo los cimientos para levantar ese edificio que terminará en una confrontación internacional que provocaría una hecatombe nunca antes vista. Estos cimientos tienen sus puntos neurálgicos, sobre todo, en Extremo Oriente y en Oriente Medio. La próxima guerra imperialista más a la vista es la de Siria, país que viene siendo objeto de todo tipo de agresiones y sabotajes por parte de mercenarios y grupos armados controlados directa o indirectamente por las grandes potencias imperialistas. Pero, como dijimos más arriba, el objetivo final de todo este operativo a gran escala es Irán, toda una potencia regional con una capacidad bélica nada desdeñable. En definitiva, asistimos a los primeros episodios, por goteo, de las primeras escaramuzas que irán subiendo de nivel hasta provocar, en un plazo aún incierto, un enfrentamiento directo entre los dos grandes bloques hegemónicos en el mundo.

2. 10. Como ya expusieran los grandes revolucionarios durante la Primera Guerra Mundial, la única alternativa posible para acabar con la violencia del imperialismo y con la inevitabilidad de una nueva conflagración mundial pasa por derrocar a la burguesía internacional, transformando todas las guerras imperialistas de mayor o menor escala en guerras civiles revolucionarias. Pero para que el socialismo pueda triunfar y ganar posiciones en cada vez más espacios del globo, es imprescindible que antes se proceda a la reconstitución del movimiento comunista internacional, a día de hoy liquidado y sin capacidad para poner freno a tanta barbarie. Dicha reconstitución pasa por unificar a la vanguardia revolucionaria en los principios del marxismo-leninismo y por ligar de manera estrecha a la vanguardia comunista con el sector más combativo y avanzado de las masas explotadas.

Siguiendo las leyes del desarrollo desigual y la teoría del eslabón más débil, estamos seguros de que la cadena imperialista se romperá en aquellos eslabones donde las condiciones objetivas y subjetivas pongan de forma más clara a la orden del día la posibilidad de la Revolución socialista. Todos los revolucionarios seguimos con la máxima atención el proceso revolucionario en un país como India, el cual, si llegara a triunfar a medio plazo, precipitaría sin duda los acontecimientos y podría hacer prender la mecha en multitud de países de la región y de otros lugares del mundo. En cualquier caso, la burguesía volverá a dejar a un lado sus diferencias y contradicciones, uniéndose cuando sea necesario para aplastar al movimiento revolucionario internacional. Por eso es imprescindible que, cuando se den las condiciones subjetivas para ello, se proceda a la conformación de una nueva Internacional Comunista como nuevo Estado mayor de la Revolución proletaria internacional.

En el caso de aquellos países que aún tengan pendientes tareas democrático-burguesas (es decir, en el caso de la mayoría de los países del mundo, ya sean países oprimidos o países imperialistas, como India o Brasil), es el sujeto revolucionario, el proletariado en alianza con el campesinado pobre y otras capas populares oprimidas, el que debe comandar dicho proceso de revolución nacional y democrática, adueñándose del poder estatal y estableciendo una línea de continuidad entre la Revolución democrático-burguesa y la socialista. Las masas explotadas (como lo demuestran los ejemplos muy claros de Venezuela, Bolivia o Ecuador) no pueden confiar en unas burguesías «nacionales» que, ni están realmente en condiciones de oponerse a los planes del imperialismo, ni dudarán ni un instante en aliarse a las oligarquías imperialistas para liquidar los procesos revolucionarios. Entendemos que los movimientos revolucionarios de esas naciones dependientes deben hacer todo lo posible por constituir órganos de poder independientes de las fracciones burguesas populistas, conformando alianzas con sectores intermedios oprimidos pero hegemonizando dichas estructuras en pos de construir el socialismo, la dictadura del proletariado, la única alternativa real para terminar con la dependencia económica y con las estructuras semi-feudales aún vigentes en muchos de esos países.

Por último, en ninguno de los países imperialistas del bloque «occidental» los revolucionarios deben defender la necesidad de un estadio intermedio entre el capitalismo monopolista de Estado y la construcción del Estado proletario, por lo que todas aquellas fórmulas que planteen periodos de transición (como Repúblicas Populares o Asambleas Constituyentes) entre el imperialismo y la Revolución proletaria, deberán ser combatidas por reaccionarias, pequeñoburguesas, utópicas y, por supuesto, ajenas a los intereses de la clase explotada.

6 comentarios en “El imperialismo y la economía de guerra

  1. saludos desde Málaga:

    PENSEMOS EN LA ACCIÓN Y TEORÍA DE LA REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD Y LA SOSTENIBILIDAD DE LA MISMA.

    Me parece bastante importante la temática que abordáis en este artículo. Os remito a los artículos de mi blog, que tratan sobre la nueva realidad concreta de de la sociedad capiimperialista, el sistema mundial capitalista-imperialista. En esta ocasión no voy a rebatir o debatir,…es muy largo el asunto, y todos estamos por rebatir, que no es debatir,…¡¡. En algunos de los números de la revista Nueva Sociedad, del Grupo Comunista Proletario Internacionalista, de Málaga, hoy en día inexistente,…pero como yo fui uno de sus fundadores y elaboradores de dicha revista, sigo con la lucha de clases, a mi manera y medios,..(.Por ello os recomiendo que entren en dicho blog: lukyrh.blogspot.com). En dichas revistas se exponían los análisis e ideas que nos llevaron a consideran la existencia de un poder mundial capitalista: ONU-OTAN, Rusia, China, y otros. Por ello argumentamos y declaramos la revolución proletaria mundial, de la Humanidad, como estrategia única positiva; y que refleja mejor la consigna que dan los maoistas y otras fuerzas comunistas organizadas.
    Como observaréis no entro al debate de las tácticas y estrategias reales de los nuevos partidos comunistas, m-l-maoistas,…Me interesaría que me mandéis vuestras objeciones a mi correo electrónico, también lo podéis publicar en otros medios.
    Una idea principal sobre la guerra mundial futura, es que decíamos que la tercera guerra comenzó cuando terminó la segunda; y que la futura guerra mundial será social, entre clases antagónicas: entre el proletariado revolucionario mundial y la plutocracia global y sus aliados burgueses. ¡¡ CON ESE PEDAZO DE PODERES IMPERIALISTAS QUE RELATAIS, CÓMO OSAIS PLANTEAR UNA REVOLUCIÓN SOCIALISTA EN UN SOLO PAÍS,…¡¡?; no me explico como no tenéis más reflejo y visión internacionalista; hay que ser más avispado,…¡¡. Esto no lo considero ni debate ni rebate, es solo estímulo, y quizás forma de explicar y dibulgar mis teorías y de otras gentes, que ya no existen.

    Anécdota:
    La mayor parte de mis teorías están basadas en escuchar a mucha gente, leer y estudiar bastante, utilizar reflexiones, autocríticas,…y ganas de escribir,…Como, creo que sabéis, mi procedencia es de PCUR ( Partido Comunista Unidad Roja), UCCO ( Unión Comunista Comités Obreros) De OCE Bandera Roja en Andalucía-Murcia- década del 70-s.XX)… pasamos a PCUR porque en el congreso de 1.975 planteamos la revolución socialista y proletaria, en el marco de una república socialista con dictadura del proletariado en España. Nos unimos a UML (Unión Marxista Leninista) creando la UCCO, ( disuelta en 1.983) que seguía planteando revolución socialista, boicot elecciones,…dictadura del proletariado,…Pasan los años y el GCPinter. plantea revolución de la humanidad, del proletariado y sectores populares no explotadores,…como tarea a preparar internacionalmente, con sus estrategias, tareas, tácticas,…
    Los textos de Nueva Sociedad se publicaron desde 2.000-2.005. Hay ciertos lapsus, «paradas»,
    de actividad. Se hicieron en papel, se entregaron y repartieron en mano y correo ordinario. Estoy en la tarea de publicarlo lo antes posible,…es mucha tarea, hay que escanear,…lo publicará en mi nuevo blog,…a la vez imprimiré temas importantes, se editarán en papel para personas que están interesadas,…

    Hay que intentar derrotar al capiimpèrialismo antes de que destruyan a la Humanidad; aunque el poder Otanista,…intentará quemarlo todo antes de perder su poder de clase. Ese es el reto, a por ellos, a por la sostenibilidad de la humanidad.

    DE NUEVO, GRACIAS PROLETARIAS POR SUS ESFUERZOS TEÓRICOS Y POLÍTICOS.

  2. Muy, repito, muy buen análisis.

    Por otro lado, con la lectura del texto me surgen un par de cuestiones:

    ¿El caso de Turquía sería comparable al indio? Dado que es un Estado imperialista que parece mantener una política exterior ambivalente con ambos bloques (por una parte es una de las puntas de lanza de la agresión contra Siria, por otra mantiene una abierta hostilidad con el Estado de Israel).

    Esta otra cuestión tal vez se vaya un poco del tema, pero creo que es interesante tratar: ¿Qué consideración tenéis respecto a la RPD de Corea? ¿El idealismo de la doctrina Juche (atribución de una «creatividad» inherente a las masas, el líder-padre, etc.) no es una traslación en filosofía de la cosmovisión de la burguesía burocrática que allí gobierna (ya que la metafísica es en sí misma contraria a la ideología del proletariado)? Obviamente, ello no es óbice para solidarizarse con la RPDC ante las provocaciones imperialistas.

    Un saludo.

    • Perdón, donde digo «ello no es óbice para solidarizarse…», debería haber dicho «ello no es óbice para dejar de solidarizarse».

    • Gracias por comentar, Aníbal.

      Turquía, al igual que India, es un imperialismo naciente que busca consolidar una posición importante dentro del mercado internacional, pero que está inserta en un entramado de contradicciones entre las diferentes burguesías del planeta. Sin embargo, mientras que India bascula entre los dos bloques mundiales, Turquía está, por colisionar con Irán y Rusia en la disputa por la hegemonía en Centro-Asia, más ligada al occidental. Por otra parte, la hostilidad entre este país e Israel (dos estados pertenecientes al mismo bloque) nos revela la presencia del enfrentamiento entre los dos subbloques internos: EEUU-UK por un lado y Alemania-Francia por el otro. Así, Israel representaría los intereses del primero, a la vez que Turquía representaría los del segundo (el primer socio comercial de éste es Alemania). En conclusión, dicho conflicto sería solamente el reflejo de la competencia entre la burguesía estadounidense y la alemana y no la pugna entre los dos bloques mundiales.

      Sobre la RPDC, personalmente no tengo una posición clara, ya que la poca información que disponemos de este país dificulta enormemente un análisis de clase. Elementos necesarios para éste, como la propiedad de los medios de producción, la capacidad decisoria del proletariado sobre la economía, el grado de ligazón entre vanguardia y masas o los mecanismos de poder que detenta el proletariado en la RPDC, requieren de datos de primera mano, que por la situación del país, son complicados de conseguir. No obstante, cuando en la dirección de un proceso hay una ideología revisionista (y por lo tanto burguesa), no puede hablarse de que se trate de un movimiento revolucionario, por lo que la inexistencia de socialismo en Corea del Norte sería obvia.

      Un saludo!

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