Partido Comunista y movimiento de masas

Abunda la concepción, heredada tanto de la concepción democrática burguesa de qué son los partidos políticos y su función, como de las concepciones revisionistas de los caminos hacia la revolución en las democracias burguesas, de que el Partido Comunista es la organización de los comunistas, de los marxistas-leninistas, los cuales, auto-erigidos en vanguardia del proletariado y auto-denominados como de masas (por definición, vocación y punto), defienden los intereses del proletariado y le presentan y proponen a este «su» programa que, casi por casualidad, para ser realizado pasa por «organizar la Revolución Socialista».

Y entonces, el trabajo del auto-denominado «Partido Comunista», auto-proclamado «porque Lenin así lo dijo y enseñó» (lo que es una falacia o mala interpretación garrafal) en «vanguardia revolucionaria del proletariado», es «llegar a las masas para hacerles llegar el programa comunista» y que estas, despertadas por tan sabios y hábiles comunistas, se pongan las pilas para «hacer la Revolución» dejándose guiar por esa tan su particular y sui generis «vanguardia» de sí mismos, que hasta ese momento, no tenían el gusto de conocer, curiosamente. No conocían a la que dice ser su propia vanguardia revolucionaria, tal como si «las masas» padecieran de golpe una especie de trastorno disociativo de personalidad que separa con un muro invisible de la consciencia a «las masas» de «su propia» vanguardia.

Y luego, claro, semejantes comunistas, se extrañan muchísimo de que «las masas obreras» les miren como a extraños, a veces quizás simpáticos, pero totalmente alucinados y desconectados de su realidad, que hablan cosas muy raras y usan conceptos muy refinados y casi incomprensibles, salvo que seas universitario, cosa que ellos, esas «masas», casi nunca son.

«¡Pobres alienados ignorantes, que ni siquiera saben quién defiende de veras sus verdaderos intereses! ¿Cómo solucionamos este problema? ¿Cómo «llegamos a las masas»?» Se preguntan, anonadados y sorprendidos estos «marxistas-leninistas». Esas preguntas son su obsesión y el centro de su vida como «revolucionarios», muy sinceros, pero eternamente frustrados.

Y, metidos en esa dinámica absorbente de frenética y desesperada actividad para «llegar a las masas proletarias», los árboles no les dejan ver el bosque. No ven que su concepción de raíz del Partido Comunista y de todo el Movimiento Comunista, Revolucionario, parte de premisas falsas, de adulteraciones burguesas y revisionistas de la cuestión.

Para empezar, el papel de los comunistas científicos, los marxistas-leninistas, no es crear por su cuenta y riesgo un «Partido Comunista» que «defienda los intereses del proletariado mediante la revolución». Esa es la concepción burguesa de un Partido que representa los intereses de un sector de la sociedad y está pensada para el juego y competición parlamentarios, no para dirigir un proceso revolucionario proletario.

Esa concepción crea una entidad aparte de las masas (proletarias o no) que oferta u ofrece a estas un programa, en competencia con otros programas de otros partidos, una «propuesta comunista» a confrontar con otras «propuestas no comunistas». Todo muy democrático-burgués.

La única variación práctica entre los «Partidos Comunistas» que se han erigido sobre esas bases son las formas que diseñan para «llegar a las masas y ganarlas para la causa» y el programa defendido por cada una de ellas. La alienación, el extrañamiento y separación entre ese «PC» y el proletariado, difícilmente puede ser mayor. En «conexión con las masas proletarias», los anarcosindicalistas y los sindicalistas «neutros o apolíticos», ganan por goleada a semejante «vanguardia revolucionaria del proletariado».

Ese esquema y concepción del Comunismo y de la Revolución se diferencia de la de Owen, por ejemplo, sólo en el sujeto a quien se dirige la «prédica» comunista y a quien se trata de «convencer» de que el Comunismo es teta de novicia, lo más mejor del mundo mundial, a pesar de lo que digan las mentiras burguesas sobre el Comunismo.

La función y el papel reales, verdaderos, de los marxistas-leninistas es llevar el Marxismo-leninismo al movimiento obrero, con el fin de que el proletariado más consciente y decidido dé un contenido político comunista y científico a su lucha, de modo que se convierta en lucha por el poder político, por conquistarlo y edificar su Dictadura de clase revolucionaria y emplearla en construir la sociedad comunista.

Los marxistas-leninistas no fundan partidos comunistas; no deben hacerlo, porque no pueden hacer de ese modo un Partido de Nuevo Tipo. Los marxistas-leninstas se unen y organizan para llevar el marxismo-leninismo a los sectores más avanzados en consciencia y resolución, en actividad de lucha obrera, y así lograr que estos se conviertan en líderes proletarios comunistas.

Esos líderes natos, esa vanguardia obrera, proletaria, no necesita crear conexiones con las masas proletarias, porque ya las tienen desde hace años por su actividad natural y espontánea previa de liderazgo de luchas. Sus compañeros ya les conocen, les respetan, les escuchan y les siguen. Es a través de esos vanguardistas ganados para el Marxismo-leninsmo que existen y se amplían las conexiones con las masas proletarias. Los marxistas-leninistas se funden con las vanguardias, NO CON LAS MASAS, a las que apoyan y ayudan en sus luchas y en su formación política y revolucionaria, sin descanso y dando ejemplo. Éstas toman por ello consciencia política que se une a su consciencia previa de clase y empiezan a imbuir de dicha consciencia combinada y potente, ampliada, a las luchas obreras que lideran desde siempre, por ser lideres natos dotados de consciencia de clase y de lucha.

Y ahí está la conexión con el proletariado que con el esquema revisionista y el heredado del burgués, en que los comunistas que fundan por su cuenta y riesgo partidos «comunistas, revolucionarios y de vanguardia proletaria por definición«, no encontraban manera humana de conseguir.

De ese esquema básico, en que el Marxismo-leninismo ha ido penetrando en las vanguardias obreras y en el sector de las masas proletarias y populares que éstas movilizan, es de donde surge, ahora sí, el verdadero Partido Comunista, de masas y revolucionario, esta vez no por definición, sino porque realmente es así, ya que es el resultado de la auto-organización política de la vanguardia proletaria pertrechada con el Marxismo-leninismo, ciencia revolucionaria que los marxistas-leninistas y vanguardia eminentemente, que no solamente,  teórica les hicieron llegar con éxito.

Hasta ese momento, no hay Partido Comunista de veras, nos pongamos como nos pongamos, sino partidos (concebidos a la forma burguesa) que defienden los intereses objetivos del proletariado, con tanta buena fe como falta de resultados prácticos y revolucionarios. Y eso no es un «Partido de Nuevo Tipo», sino un partido clásico típico de las democracias burguesas, más viejo que la tos. De «Nuevo» no tiene ni el tipo, ni nada.

El Partido de Nuevo Tipo es el que fundan los elementos reales de la vanguardia proletaria una vez que han asimilado y adquirido para sí el Marxismo-leninismo, fundidos ahora con los comunistas que, organizados en colectivos marxistas-leninistas de muy diverso tipo, les hicieron llegar a aquellos en su momento. Entonces, y sólo entonces, los marxistas-leninistas «puros» o «de origen», los teóricos ante todo, por llamarlos de alguna manera que los indentifique, se unen a los comunistas de la vanguardia proletaria real (no sólo teórica) ganada para la causa comunista, en el naciente y flamante Partido Comunista, que nace ya conectado con el Movimiento Obrero y no antes, como un inviable bebé prematuro por cinco meses. Y nace pertrechado de la Ciencia Revolucionaria, de la ideología y línea verdaderamente marxista-leninista, así como de los objetivos, estrategia y táctica revolucionarias.

Nace siendo ya -no teniendo que convertirse en (nadie sabe cómo)- la máxima expresión organizativa política del proletariado, nacida en el seno del movimiento obrero, y en el cuartel general de la Revolución, que se pone desde el primer día manos a la obra de estructurar todos los elementos organizativos destinados a poner en marcha el proceso revolucionario y a sustituir por la fuerza el aparato estatal burgués por el proletario, todo ello guiado desde el primer día por su (esta vez de verdad) destacamento de vanguardia, que es el Partido de Nuevo Tipo, el Partido Comunista.

Y puede emprender esa labor desde el primer momento porque desde su misma gestación, ese Partido de Nuevo Tipo contó como sus miembros, no sólo a la vanguardia teórica, sino a lo más combativo de la propia clase obrera, del proletariado y de las masas populares en general. Y porque todos esos comunistas comprendieron que hasta que esa fusión del marxismo-leninismo con el Movimiento Obrero no fuera completa o estuviera muy avanzada, no existía Partido Comunista alguno, ni en teoría, ni en la práctica, pues sería incapaz de cumplir sus funciones revolucionarias por carecer de la base material real para ello. Lo que había hasta ese momento, era un proceso consciente y organizado de gestación de dicho Partido Comunista, pero no era aún un verdadero, neto y operante Partido Comunista. No podía serlo, no tenía esa capacidad, como un feto (aún no nacido)  no tiene las capacidades de un bebé y a nadie sensato y con conocimientos de biología se le ocurre definir a un feto como igual a un bebé.

Cómo articular ese proceso que hemos descrito y cómo mantener ese verdadero Partido Comunista limpio de polvo y paja desviacionista, revisionista y burguesa, es otro debate diferente y labor teórica y práctica a realizar en estos momentos por los marxistas-leninistas desconectados aún del Movimiento Obrero y, más adelante, labor colectiva del Partido. Esas son las tareas a realizar por los comunistas en estos momentos, y no fundar y unificar supuestos Partidos Comunistas que se fundan con las masas o lleguen a ellas por caminos ingeniosos y mágicamente eficaces.

En nuestra opinión, si no se tienen clarísimas estas bases y principios elementales, no hay nada que hacer en lo que a la Revolución Comunista se refiere, porque falla su misma base material y orgánica, su cerebro y espina dorsal, que no es otra cosa que el Partido Comunista.

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