La encrucijada del nacionalismo – Balanç i Revolució

CASTELLANO:

La encrucijada del nacionalismo

Documento sobre la cuestión nacional catalana y las tareas de los comunistas

I.  INTRODUCCIÓN

Balanç i Revolució (BiR) se presenta como grupo o destacamento de vanguardia en territorio catalán para la reconstitución ideológico-política del comunismo, con el objetivo de formar un Partido Comunista de Nuevo Tipo en el Estado español para la Revolución Proletaria Mundial. Debido al carácter del momento actual —derrota y repliegue del comunismo, expresado con el fin del último Ciclo Revolucionario (1917-1989)—, nuestra tarea se centra elementalmente en la formación polifacética de cuadros revolucionarios, mediante el balance o síntesis del pasado Ciclo Revolucionario, la lucha de dos líneas y el trabajo teórico-ideológico general, en dirección consciente hacia la formación y organización de la vanguardia teórica marxista (reconstitución ideológica) como una premisa básica para la formación del Partido Comunista (reconstitución política).

Actualmente, la línea revolucionaria se encuentra en plena derrota y repliegue, incapaz de tratar las tareas y contradicciones del momento actual y, por consiguiente, el revisionismo es la línea dominante en el Movimiento Comunista Internacional, en todo el abanico de corrientes que lo conforman. En el Estado español en concreto se reproduce, en líneas generales, esta situación en la amplia multiplicidad de organizaciones “comunistas”; la revolución proletaria ya no está en el horizonte del movimiento comunista ni de las masas. En este panorama, la Línea de Reconstitución plantea encarar la rearticulación del movimiento revolucionario por el comunismo no desde la reproducción mecánica de arquetipos asimilados, sino desde la reconstitución ideológico-política del comunismo para situar la teoría revolucionaria en un punto más elevado, superando así dialécticamente las limitaciones y errores de la praxis acumulada. El Movimiento por la Reconstitución, en la línea de masas y tareas de la actualidad, ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años. En este contexto general, Balanç i Revolució (BiR) se presenta como destacamento por la Reconstitución en territorio catalán, aspirando a agrupar y formar la vanguardia teórico-ideológica catalana en el proceso general por la reconstitución del Partido Comunista.

Debido a la singular intersección de diversas contradicciones inmediatas en el Estado español, como son, entre otras, la reorganización del Poder con la ofensiva característica del gran capital en el contexto de crisis sistémica, la correspondiente respuesta de la mediana-pequeña burguesía y la aristocracia obrera, y la cuestión nacional catalana —estrechamente relacionada con el punto anterior—, desde Balanç i Revolució (BiR) creemos conveniente presentarnos mediante un documento donde se exponen nuestras líneas generales de forma vinculada a nuestro posicionamiento sobre el “proceso soberanista”. Es decir, creemos que la inmediatez del 9-N nos ofrece una gran oportunidad para presentarnos y abordar la cuestión, siendo éste un tema realmente polémico, amplio, pendiente de un profundo debate y copado por los análisis revisionistas dominantes.

La cuestión nacional catalana, o general en el Estado español, es algo que exige un escrupuloso estudio histórico, un balance crítico y un posicionamiento claro que rompa con la línea revisionista dominante. Así, para poder entrar de lleno en las tareas actuales respecto a esta cuestión, hace falta profundizar previamente en ella mediante el análisis concreto e histórico de la situación concreta. Esto equivale, en términos marxistas, al análisis histórico de la configuración del Estado español y el encaje de las diversas naciones en él según la organización de la producción e intercambio mercantil capitalistas y la lucha y correlación de clases. Se esbozarán aquí unas líneas generales orientativas; nuestra aportación pretende ser un grano de arena que contribuya al debate profundo y conjunto de la vanguardia comunista sobre el tema.

II. ANÁLISIS GENERAL DEL ESTADO ESPAÑOL

El Estado español es un Estado plurinacional desarrollado sobre la alianza de las grandes burguesías monopolistas de las diversas naciones, que constituyen la columna vertebral del Poder burgués. En el Estado español existe una nación privilegiada-dominante —nación castellana— y un conjunto de naciones oprimidas a las cuales no se les reconoce su carácter nacional, su igualdad de derechos respecto a la nación opresora ni su derecho a la autodeterminación. Así, los rasgos nacionales de la nación opresora tienen un carácter predominante sobre las diversas naciones oprimidas, hecho derivado tanto de la situación pre-jurídica del Estado burgués de sumisión violenta de los territorios, como de las exigencias idiomáticas del modo de producción y del intercambio capitalista, en favor de la lengua mayoritaria, y del carácter general del Estado español. No obstante, las diversas naciones oprimidas presentan cierta «autonomía nacional», reflejo de la forma de desarrollo capitalista en el Estado español y de la alianza interburguesa de su configuración.

Como se puede comprender, entonces, el Estado español es un caso realmente particular de configuración estatal en el proceso de desarrollo capitalista, ya que rompe el esquema dominante de Estado-nación. Esta particularidad histórica en la formación del Estado español moderno está íntimamente relacionada con la articulación e interrelación de las naciones periféricas del Estado —Catalunya y Euskadi, principalmente— en su desarrollo capitalista. Las premisas y formas para la organización social capitalista —masas de campesinos separados de la tierra y trabajadores de los instrumentos de trabajo, producción de mercancías y mercado correspondiente y acumulación originaria de capital— se manifestaron con especial preponderancia en territorio catalán y vasco; su situación geográfica de cara al mercado mediterráneo y atlántico, la fuertemente desarrollada producción manufacturera y, en el caso catalán, un peso considerablemente importante en el mercado colonial y una abundante mano de obra ofrecieron las bases para un desarrollo capitalista más rápido que en otras partes del Estado. Así lo prueban, por ejemplo, la introducción inicial de la máquina de vapor en estos territorios —año 1833, fábrica textil Bonaplata—, la alta tasa de industrialización respecto al resto del Estado y las primeras formas primitivas de movimiento obrero económico —Societat de Protecció Mútua dels Teixidors del Cotó de Barcelona; quema de maquinaria de la fabrica Bonaplata el año 1835, etc.—.

Esta contradicción aparente, este choque de intereses, entre unas regiones periféricas relativamente avanzadas y una mayoría del Estado relativamente atrasada y sometida profundamente a las convulsiones feudales y semi-feudales, llevó a las burguesías nacionales nacientes a abrazar opciones federalistas de organización estatal y la forma de república democrática. Los primeros pasos del catalanismo político o política nacional burguesa catalana, con la figura de Valentí Almirall y la celebración de los Congressos Catalanistes de 1880 y 1883 (fundación del Centre Català, la primera organización política catalanista), se inclinaban en este sentido de denuncia de la sujeción y dependencia de las estructuras dinásticas españolas y a favor de una organización regionalista-federalista del Estado. Es decir, se intentaba arrancar concesiones a un Estado centralista y comparativamente atrasado en favor del desarrollo propio de Catalunya —mediante participaciones puntuales, como en las Cortes de Cádiz, la I República, etc.—. Así, el primer nacionalismo catalán tomaba forma de la mano de una fuerte burguesía naciente en contradicción aparente con el estado de cosas en el resto del Estado español.

Sin embargo, el dominio y agresividad del imperialismo inglés, holandés, etc., y la debilidad y estrechez del mercado colonial español, y posteriormente su pérdida a raíz del Desastre de 1898, sumado todo a los problemas de comunicación del Estado con el exterior y su fuerte dependencia económica, llevó a les naciones periféricas a adoptar un fuerte proteccionismo y a centrarse en el mercado interno español. Esto significaba, entonces, la necesidad para las burguesías periféricas del desarrollo capitalista en todo el Estado, de la forja del mercado interno y del crecimiento de la demanda, y un interés vital por su parte en la participación para la organización de los asuntos del Estado. De estas fechas, de finales del siglo XIX y principios del XX, en la segunda etapa de la Restauración, son las consignas «catalanitzar Espanya» o «fer política a Madrid». En el año 1901 se formó la Lliga Regionalista, partido político de la gran burguesía catalana con importante presencia en Madrid, y, poco antes, en 1895, el homólogo para la gran burguesía vasca, el Partido Nacionalista Vasco. Con todo esto, entonces, las líneas generales del Poder burgués en España se definieron como un amplio y fuerte bloque de grandes burguesías de diversas naciones, de modo que la adecuación del desarrollo capitalista se apartaba del esquema Estado-nación. En otras palabras, de concesiones y exigencias puntuales por unos proyectos propios, la gran burguesía catalana y de otras naciones pasó a integrarse en la estructuración moderna del Estado español como bloque articulado de grandes burguesías. Dentro de este bloque, orgánicamente unido en torno a la nación poderosa, la nación asimilista y conveniente para el desarrollo socio-económico, las grandes burguesías nacionales —a menudo acompañadas, crítica o acríticamente, por las medianas-pequeñas burguesías— han tendido a desarrollar o exigir instrumentos propios de Poder en sus regiones, por medio de Estatutos de Autonomía, etc.; unos instrumentos que, en su conjunto articulado, constituyen un arraigado Estado burgués, un verdadero ideal capitalista o gran capitalista colectivo, como diría Friedrich Engels. Hay que apuntar, además, que la opresión nacional en el Estado español no es una opresión de naciones imperialistas sobre naciones saqueadas —de tipo colonial o semi-colonial—, porque precisamente la alianza de sus grandes burguesías configura un Estado imperialista y el capitalismo está plenamente desarrollado, sino una opresión o sujeción de tipo político, una sumisión política según la estructura configurativa del Estado burgués.

Por tanto, en general, en los últimos dos siglos la gran burguesía catalana ha sido una facción vitalmente interesada en el pactismo para integrarse en el bloque dominante del Estado español. Esto conduce a una primera conclusión importante, a saber: las pretensiones independentistas, no predominantes históricamente en las reclamaciones nacionales catalanas, han provenido y provienen generalmente de sectores de la mediana y pequeña burguesía. En su afán de «lucha» contra el gran capital, la mediana-pequeña burguesía catalana tiende históricamente a integrarse o combatir la alianza de la gran burguesía catalana con la gran burguesía del resto del Estado español [1]; excluida del bloque dominante, especialmente en períodos de crisis, la mediana-pequeña burguesía catalana arremete contra el statu quo del pactismo entre grandes burguesías, ya sea reivindicando formar parte de este como en sentido rupturista-independentista —franca expresión de lucha e identidad de contrarios—. La contradicción interburguesa entre gran burguesía y mediana-pequeña burguesía, entre gran y mediano-pequeño capital, es la contradicción principal que impulsa la orientación del nacionalismo catalán entre dos polos.  Tal contradicción ha tenido y tiene especial fuerza en la situación nacional catalana; la fuerza y arraigo de la mediana-pequeña burguesía en Catalunya aviva el fuego de la cuestión nacional.

Con perspectiva histórica, esta contradicción interburguesa se ha desplegado continua e incansablemente bajo diversas formas. Claros ejemplos son la separación de Solidaritat Catalana —amplia plataforma unitaria de opciones catalanistas variadas— en el año 1907 por el choque irremediable de intereses; y el conflicto rabassaire de los años 30, entre rabassaires —campesinos arrendatarios no-propietarios— y grandes propietarios, traducido en las exigencias de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y de organizaciones campesinas como Unió de Rabassaires, referentes históricos de la mediana burguesía catalana,  respecto a una legislación a favor del acceso a la propiedad de los rabassaires, y la férrea oposición de la Lliga Regionalista (en general, gran burguesía y terratenientes). La Llei de Contractes de Conreu, aprobada el año 1934, fue recurrida dos veces por la Lliga Regionalista ante el Tribunal de Garantías Constitucionales. La reproducción de esta contradicción llevó incluso al abandono del Parlamento catalán por parte de la Lliga Regionalista.

Todo esto, si se emplea para estudiar la situación concreta del momento actual, permite explicar que el «proceso soberanista» se caracteriza por la intensificación de la contradicción interburguesa principal entre la mediana-pequeña burguesía catalana, con ciertos sectores radicalizados y arrastrando a amplios sectores de la aristocracia obrera, y la gran burguesía pactista catalana, debido a la reacción-ofensiva del bloque dominante del gran capital del Estado español contra otras facciones burguesas (mediana-pequeña burguesía, aristocracia obrera, etc.) para ganar cuota de mercado, fortalecer monopolios, etc [2]. En respuesta a esta ofensiva, la mediana-pequeña burguesía catalana (con mucha fuerza en Catalunya, como se ha comentado), arrastrando a amplios sectores de la aristocracia obrera catalana, entra en contradicción con el bloque dominante del gran capital en que está incluida la gran burguesía catalana adoptando la línea rupturista-independentista.

Después de haber ofrecido algunas pinceladas generales e históricas sobre el transcurso de la contradicción interburguesa principal mencionada, pasaremos ahora a analizar los choques e intereses de tal contradicción en la actualidad. La gran burguesía catalana, así como el resto de grandes burguesías nacionales, no tiene un carácter secesionista; puede dividirse en fracciones más catalanistas o españolistas, pero no cae, en líneas generales, en el saco de la línea rupturista-independentista. Importantes representantes de la gran burguesía monopolista catalana, integrada como parte elemental del bloque dominante del Estado español, como Isidre Fainé (CaixaBank) o Javier Godó (Grupo Godó), claman abiertamente por un «gran pacto» y se han reunido varias veces con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para abordar la cuestión nacional [3] (lúcido ejercicio para probar la posición de la gran burguesía catalana es leer las editoriales del diario La Vanguardia). La gran patronal catalana, Foment del Treball Nacional, ante el «proceso soberanista» comparte posición, en líneas generales, con la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) —claro ejemplo, de nuevo, del bloque entre grandes burguesías nacionales—; se mantiene «al margen», rechaza el camino independentista —incluso el pacto fiscal—, a la vez que urge a realizar «grandes pactos» [4]. La precipitación de los acontecimientos les ha llevado a aceptar, en septiembre de 2014, un posible marco legal y acordado por el bloque dominante para el «proceso soberanista» y algún tipo de «pacto fiscal» para solucionar el problema [5]. Sería un clamoroso error, como lo hacen la mayoría de organizaciones «comunistas», identificar el «proceso soberanista» como una orientación política de la gran burguesía monopolista catalana; esto lleva a una posición realmente incómoda, impotente para comprender la fuerza y ​​el papel de la mediana-pequeña burguesía y su contradicción con la gran burguesía y, a la vez, ambigua en torno a unos propósitos imaginarios de la gran burguesía catalana.

La mediana-pequeña burguesía catalana ha sido la principal fuerza de clase impulsora del camino independentista, proceso emanado de las contradicciones y correlaciones explicadas anteriormente. Su posición e intereses, en «oposición» al bloque dominante de grandes burguesías para integrarse o combatir la alianza de la gran burguesía catalana con la gran burguesía del resto del Estado español, dependen en gran medida de la postura del Gobierno y de las fuerzas políticas del bloque dominante. Si el transcurso de los acontecimientos permiten mejorar su posición en la negociación y estructuración político-económica del Estado español, amplias capas de la mediana-pequeña burguesía —en especial, la mediana burguesía— renunciarán al camino independentista; pero, si la inflexibilidad de la ofensiva del gran capital del bloque dominante permanece férrea, la mediana-pequeña burguesía catalana, excluida y enfrentada vivamente contra el gran capital del bloque dominante, aspirará como proyecto político a romper con el Estado español para configurar la República Catalana [6]. El desarrollo progresivo del «proceso soberanista», ya en un lapso de tiempo reciente, así lo prueba; desde un Estatuto de Autonomía recortado hasta un pacto fiscal negado, esto es, con la continua postura rígida del bloque dominante del gran capital, la mediana-pequeña burguesía ha ido basculando a favor de la independencia política de Catalunya. Así, toda la patronal y varias organizaciones de la mediana-pequeña burguesía catalana se han unido al Pacto Nacional por el Derecho a Decidir—PIMEC, Fepime, Círculo Catalán de Negocios, CECOT, etc.—, a pesar de las iniciales reticencias y vacilaciones explicadas —el Círculo Catalán de Negocios abandonó PIMEC por su negación inicial a tratar la línea independentista [7]—.

Por otra parte, en la actual coyuntura política de polarización, es decir, de intensificación de la contradicción entre gran burguesía catalana y bloque dominante del gran capital en España, y la mediana-pequeña burguesía catalana, el papel de la burguesía catalana no-monopolista, o de segunda línea, es realmente difícil de trazar. Se puede advertir cierto distanciamiento respecto a la gran burguesía monopolista, pero la «capa de transición» entre ellas es fina y característicamente permeable. En cuanto a la aristocracia obrera catalana, la proporcionalidad de intereses con la mediana-pequeña burguesía —sobre todo con los sectores más radicalizados— la ha arrastrado tras la basculación independentista de esta. Así, los sindicatos monopolistas de CCOO y UGT en Catalunya se han alineado a favor del «proceso soberanista», adhiriéndose al Pacto Nacional por el Derecho a Decidir. Sin embargo, esta posición entra en contradicción con el posicionamiento de CCOO y UGT en el ámbito estatal —manifestación de la contradicción secundaria entre mediana-pequeña burguesía y aristocracia obrera de Catalunya y el resto del Estado español—. Además, el seguidismo al bloque independentista ha suscitado discrepancias en sus propias organizaciones [8]. Cabe señalar, sin embargo, que no hay ninguna muralla china entre clases y que, por tanto, sería erróneo concebir una absolutización de sus posiciones —así, por ejemplo, la gran burguesía catalana puede aprovechar la deriva de la mediana-pequeña burguesía catalana para mejorar su articulación en el bloque dominante, puede haber fracciones claramente españolistas de la media burguesía catalana (representadas por Ciutadans (C ‘s), Unión Progreso y Democracia (UPyD) …), etc.—.

Si se echa un vistazo a la correlación política adyacente se puede ver cómo, desde el periodo de los años 80 hasta bien entrado el siglo XXI, Convergència i Unió (CiU) ha representado a la gran burguesía monopolista —junto a otras fuerzas parlamentarias como el partido Socialista de Catalunya (PSC)—, pactista e integrada en el bloque dominante del Estado español —Jordi Pujol era visto como «hombre de Estado» y dicha formación política jugó un papel importante en la configuración y desarrollo vigentes en el Estado español—. En el actual escenario, ante la intensificación de la contradicción entre la gran burguesía y otras capas burguesas inferiores catalanas, CiU ha manifestado claras vacilaciones respecto a su papel histórico. Así, una contradicción secundaria latente en esta organización política, como es la existente entre la línea «conservadora-pactista» de la gran burguesía que históricamente ha representado y la línea «independentista» cercana a la mediana burguesía, ha pasado a primer plano. Actualmente, de la mano de Convergencia Democrática de Catalunya (CDC), parece que en lucha de contrarios con la línea de Unión Democrática de Catalunya (UDC) de los intereses de la burguesía catalana monopolista puede tomar preponderancia la segunda línea —la práctica del futuro inmediato dirá mucho—. Por lo tanto, podría decirse que CiU representa el ala conservadora del «bloque soberanista», correspondiente a la mediana burguesía acomodada y a sectores de la burguesía no monopolista (gran burguesía de segunda línea); hecho que junto con la intersección con la gran burguesía pactista define a CiU y sus contradicciones internas actuales.

Por otra parte, la fuerza política parlamentaria directriz de la línea independentista es ERC, representante histórica de amplias capas de la mediana burguesía principalmente —lo que no excluye vacilaciones hacia otras facciones de clase—. La evolución interna y de su línea política sigue un camino similar a la basculación de la mediana burguesía catalana anteriormente explicada. Además, ERC invitó a numerosas organizaciones de la mediana burguesía a incorporarse al Pacto Nacional, una muestra clara del fortalecimiento y el tejido político-económico que está construyendo. En cuanto a Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), la indecisión y vacilaciones internas muestran la contradicción entre una línea más cercana a la mediana burguesía y otra a la pequeña —e incluso a la aristocracia obrera—;  esto se ha acentuado en la actual coyuntura de crisis y ofensiva del gran capital del bloque dominante y los movimientos, entre otros, de CiU. Por tanto, no hay una posición común respecto a la independencia de Catalunya, sino un conglomerado por sectores.

Como fuerzas políticas extra-parlamentarias, cabe señalar el papel que realizan la Asamblea Nacional de Catalunya y Òmnium Cultural, actuando como mecanismo de equilibrio entre los partidos políticos en el movimiento soberanista. Su carácter del bloque de mediana-pequeña burguesía, aunque heterogéneo —Òmnium es más cercano a capas altas de la media burguesía y, ANC se encuentra más próxima o vinculada a sectores de la pequeña burguesía—, se evidencia a través de su importancia en la respuesta independentista de la mediana-pequeña burguesía a la ofensiva del gran capital.

En el ala radicalizada o de izquierda del «bloque soberanista» se encuentran las fuerzas correspondientes a la aristocracia obrera y sectores radicalizados de la pequeña-burguesía. En el primer caso, hay que mencionar a Esquerra Unida i Alternativa (EUiA); en el segundo, aunque con un amplio abanico de relaciones con otros sectores, se encuentra la izquierda independentista. En ella, de la misma forma que en otras organizaciones, se pueden discernir varias contradicciones definitorias. En este caso, según el grado de subordinación a otros sectores del «bloque soberanista» se pueden identificar el ala derechista, representada por Moviment de Defensa de la Terra (MDT) y que confía en la capacidad del «proceso soberanista» para generar una desestabilización aprovechable por la enigmática «revolución» o «transformación social» [9]; el ala izquierdista, representada principalmente por Endavant i Arran [10], críticos y escépticos con el seguidismo a CiU y ERC y la deriva rupturista del «proceso soberanista»; y el ala centrista, basculante y catalizadora entre las dos tendencias anteriores, que ocupa la Candidatura d’Unitat Popular (CUP).

No sería imprudente afirmar, pues, que el resultado del «proceso soberanista» dependerá en gran parte del desarrollo de las contradicciones entre las facciones políticas protagonistas y de las contradicciones en su seno; todo ello en el tablero general de la contradicción principal entre el bloque dominante de las grandes burguesías del Estado español y la mediana-pequeña burguesía catalana y otros sectores inferiores.

En todo este entramado de contradicciones, de intereses y correlaciones de fuerzas de clase, hay que destacar con especial énfasis la situación del proletariado de todo el Estado español, tanto de la nación opresora como de las naciones oprimidas. Esta clase social, la clase social de los desposeídos, no dispone de independencia político-ideológica. En otras palabras, el proletariado es carne de cañón para los intereses de las facciones de clase y los nacionalismos burgueses, tanto de la nación opresora como de la nación oprimida; es aprovechado, manejado y entregado como arma de poder por las respectivas burguesías. La división y enfrentamiento del proletariado de las diferentes naciones del Estado español es una carta jugada por los nacionalismos. Así pues, el proletariado no tiene una línea ni una organización revolucionaria para oponerse a las clases reaccionarias; en ello radica la falta de independencia del proletariado, esposado a los intereses de la burguesía y a la inmediatez de las condiciones actuales. Esto es un hecho. Cabe preguntarse, pues, a qué se debe. En líneas generales, a la derrota actual de la línea revolucionaria, del marxismo —hecho que culmina el último Ciclo revolucionario—. Y, yendo más allá, la derrota o crisis de la línea revolucionaria no debe atribuirse exclusiva o primariamente a factores externos, sino a su propia dinámica dialéctica, al transcurso de sus contradicciones teórico-prácticas, sobre las que pueden actuar e influenciar los factores externos. Es decir, la derrota de la línea revolucionaria en el último Ciclo es una consecuencia de su debilidad, de sus limitaciones y errores; de la incapacidad para resolver y superar (dialécticamente) las contradicciones que surgían y se desarrollaban. El marxismo o teoría revolucionaria no es algo compacto, hermético en sí mismo, acabado y ahistórico, preexistente de la práctica concreta, sino que se encuentra dialécticamente unido a ella (unidad de teoría y práctica); por tanto, se enriquece con ella, se desarrolla de acuerdo a las conclusiones que la práctica puede ofrecer y las necesidades que presenta. De aquí se desprende, ante las condiciones objetivas de innegable derrota y repliegue y para poder rearticular el movimiento práctico-revolucionario, la imperiosa exigencia de sintetizar la praxis acumulada para situar la teoría revolucionaria en un punto más alto, con mayor capacidad para afrontar las tareas prácticas actuales y superar las limitaciones de la práctica revolucionaria anterior [11]. O, dicho de otra forma, la imperiosa exigencia de reconstitución ideológica del marxismo como teoría revolucionaria de vanguardia para las exigencias prácticas de reconstitución del comunismo como movimiento revolucionario de masas.

Hasta aquí se ha ofrecido un análisis general, muy general, sobre la configuración histórica del Estado español, el encaje de las naciones en él y las correlaciones de fuerzas de clase en el «proceso soberanista», y también se ha tratado la necesidad de reconstitución del comunismo ante el panorama de profunda crisis de la línea revolucionaria y la consecuente falta de independencia del proletariado. A continuación se tratarán nuestro posicionamiento y las tareas respecto a la cuestión nacional en general y el derecho a la autodeterminación de Catalunya.

III. CUESTIÓN NACIONAL DESDE EL MARXISMO

Nuestro trabajo, y entendemos que así debe ser para todos los comunistas, se encamina hacia la Revolución Comunista Mundial, hacia la revolución internacional de la clase trabajadora contra el orden social existente. Tal es el objetivo que está a la orden del día, por el que debemos trabajar decididamente todos los comunistas a partir de las tareas del momento actual de reconstitución ideológico-política. El contenido de esta revolución es la lucha internacional del proletariado revolucionario contra el yugo del capital y las clases poseedoras, mediante la guerra revolucionaria de masas o Guerra Popular a partir del Partido Comunista de Nuevo Tipo. El contenido de esta revolución puede tomar forma únicamente si se basa en el internacionalismo proletario, es decir, en la más estrecha colaboración, acción y fusión del proletariado revolucionario de todas las naciones. Sólo una fuerza revolucionaria que fusione al proletariado de todas las naciones contra las clases dominantes puede hacer añicos el poder burgués. Así, nuestro trabajo en la etapa actual se encamina hacia la organización única de la vanguardia teórica marxista de todo el Estado español para la reconstitución política del Partido Comunista de todo el Estado español, por la reconstitución política de la organización revolucionaria de Nuevo Tipo única y central de toda la clase trabajadora del Estado español, que fusione en un mismo cuerpo articulado tanto al proletariado de las naciones oprimidas como de la nación opresora (es preciso señalar que, en caso de independencia de Catalunya, se debería estudiar la opción de forjar el Partido Comunista en la República Catalana, por exigencias del marco político objetivo de lucha, o poder articular un Partido para dos Estados diferentes según la situación que se diera). A su vez, la forma política más adecuada para el Estado-Comuna de transición revolucionaria, por el que nos inclinamos, es un Estado-Comuna unitario y lo más grande posible, que centralice y fusione el esfuerzo del proletariado revolucionario del máximo número de naciones posible [12].

Estas consignas son únicamente factibles con el reconocimiento, defensa y respeto del derecho a la autodeterminación de todas las naciones, de su derecho de libre separación política para convertirse en Estado propio o libre adhesión para unirse a otro Estado. Un movimiento revolucionario internacional basado en la fusión del proletariado revolucionario de naciones opresoras y oprimidas, y la configuración de los Estado-Comuna de transición lo más grandes posibles, son pura fraseología barata si no se basan en la libre unión de los diferentes elementos. No hay libre y fuerte alianza o fusión válidas si es mediante la coacción; sólo bajo el reconocimiento y defensa de la igualdad de derechos de todas las naciones y de su derecho a la autodeterminación puede una fuerza revolucionaria internacionalista tomar forma. Difícilmente es concebible un movimiento revolucionario unitario del proletariado de naciones opresoras y naciones oprimidas si la vanguardia comunista y el proletariado revolucionario de las naciones opresoras no reconocen y luchan decididamente por el derecho a la autodeterminación y la igualdad de derechos de las naciones oprimidas; y un Estado-Comuna revolucionario centralista es difícilmente concebible también si no se basa en la libre adhesión e igualdad de derechos de las naciones que lo conforman. Por tanto, entendemos la necesidad de defender la plena igualdad de derechos y el derecho a la autodeterminación de todas las naciones y el principio internacionalista incondicional de acercamiento y fusión del proletariado internacional —en sentido revolucionario, una cosa no se entiende sin la otra—. Todo ello, la defensa del derecho a la autodeterminación y la plena igualdad entre naciones, implica aceptar el resultado del mandato imperativo de las masas en referendos efectivos; implica un programa y unos hechos concretos y no sólo proclamarlo alegremente de palabra y negarlo en la práctica, como es habitual en los análisis revisionistas.

La defensa de la igualdad de derechos y del derecho a la autodeterminación de todas las naciones, esto es, la reivindicación democrática respecto a las naciones, debe tratarse desde la línea y los objetivos revolucionarios, es decir, desde la lucha revolucionaria totalizadora contra la organización social existente. Las reivindicaciones de tipo democrático, sean del tipo que sean, deben subordinarse por completo al trabajo por la Revolución Comunista, a la lucha revolucionaria y sus tareas y objetivos, y no a la inversa. Si así fuera, si se diera un carácter absoluto y primario a las reivindicaciones democráticas burguesas e inmediatas, el trabajo revolucionario se convertiría en un trabajo basado en un conjunto de luchas parciales cuantitativas, con una orientación espontaneísta e inmediata enmarcada y reproducida en las condiciones dadas. De esa manera se postergarían indefinidamente la línea y el trabajo por la Revolución y se subordinarían los objetivos, formas y tareas a la lucha democrático-burguesa nacional, o a cualquier otra lucha democrática parcial [13]. Grandes ejemplos de todo ello son los lemas «independència per canviar-ho tot», «independència i socialisme», etc.

Por otra parte, la reivindicación democrática por la igualdad de derechos de todas las naciones y su derecho a la autodeterminación debe entenderse en su marco base correspondiente, esto es, en el desarrollo histórico de las naciones y de los Estados en general. Así, la aplicación de estas reivindicaciones, la solución para la cuestión nacional —que no superación del problema nacional, factible únicamente en la fusión de todas las naciones en el comunismo—, puede darse efectivamente dentro del capitalismo e imperialismo. La separación de una u otra nación para convertirse en Estado propio, así como cualquier modificación formal de las fronteras entre Estados capitalistas, es una acción factible y que se ha repetido ampliamente en el marco capitalista internacional. Dicho de otra forma, Catalunya —y Escocia, etc.— puede convertirse en un Estado propio dentro del marco imperialista, puede separarse políticamente de España (en sentido de viabilidad de la aplicación del derecho a la autodeterminación). Tal es el significado del derecho a la autodeterminación, tal es su orientación y amplitud: relación entre Estados, entre naciones. Postergar su aplicación hasta que llegue el socialismo, es decir, admitir su inviabilidad en el marco capitalista, o peor aún, negarlo incluso en el socialismo, denota una clara incomprensión de la naturaleza democrático-burguesa y del marco político de la reivindicación del derecho a la autodeterminación. Es más, esta postura, tal y como se ha explicado antes, obstaculiza la libre unión del proletariado internacional y divide sus esfuerzos, potencia los nacionalismos burgueses y perpetúa la opresión nacional. Y aún hay más: condicionar la defensa del derecho a la autodeterminación, esto es, someter la reivindicación democrática de libre separación de las naciones a criterios unilaterales, equivale a potenciar y defender de facto el nacionalismo burgués de la nación opresora y la opresión nacional ejercida. Todo ello, a pesar de llenarse la boca de internacionalismo y defensa del derecho a la autodeterminación, significa renunciar de facto al derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas en el Estado español —parece que el luxemburguismo aún no ha sido suficientemente combatido—.

Como se ve, el punto cardinal, definitivo, del trato del derecho a la autodeterminación de las naciones gira en torno a la lucha incansable entre nacionalismo e internacionalismo, entre el enfoque burgués y el enfoque revolucionario de la cuestión. Como ya dijera Lenin, «Nacionalismo burgués e internacionalismo proletario: tales son las dos consignas antagónicas irreconciliables, que corresponden a los dos grandes campos de clase del mundo capitalista y expresan dos políticas (es más, dos concepciones) en el problema nacional» [14]. El nacionalismo propugna un enfoque estrictamente exclusivista y circunscrito a la propia nación, tanto en objetivos como en formas, de la cuestión nacional; el internacionalismo propugna un enfoque desde la amplia visión de la necesidad de unidad incondicional del proletariado de naciones opresoras y naciones oprimidas en la línea revolucionaria por el comunismo (sin embargo, aun con apariencia internacionalista y práctica nacionalista, hay organizaciones autodenominadas «revolucionarias», «marxista-leninistas» e «internacionalistas» que proclaman abiertamente que «el nostre objectiu final: la unificació total dels Països Catalans» [15] o que «el nostre treball serà de base dels Països Catalans, de Salses a Guardamar i de Fraga a Maó, en el que treballarem per comarques» [16] ¡Brillante y honesta expresión de internacionalismo!). En general, el nacionalismo se centra en el «correcto», «justo», «libre», etc., desarrollo de la nación en cuestión, mientras que el internacionalismo postula la necesidad de acercamiento y fusión de todas las naciones y del proletariado de todas las naciones en el marco de lucha revolucionaria internacional contra el poder burgués. El nacionalismo se inclina por la «cultura nacional», mientras que el internacionalismo lo hace por la fusión internacional de la cultura proletaria y universal. En definitiva, el nacionalismo es la consigna burguesa y practicista de enfocar la cuestión nacional y el trabajo político en general; el internacionalismo es la consigna proletaria y de principios de tratar la cuestión nacional y el trabajo político en general desde la lucha revolucionaria por el comunismo.

Cabe destacar, por tanto, que la consigna de la plena igualdad entre todas las naciones y de su derecho a la autodeterminación no equivale, ni mucho menos, a identificarse o apoyar los movimientos y aspiraciones nacionalistas de las distintas capas de la burguesía. Por un lado, puede apoyarse esta consigna, elemento básico y elemental como se ha explicado anteriormente, sin posicionarse a favor de la separación política de tal o cual nación por los intereses concretos del movimiento revolucionario y el proletariado (más adelante trataremos nuestro posicionamiento concreto ante el ejercicio del derecho a la autodeterminación de Catalunya). Por otra parte, puede aplicarse tal consigna –y así hemos de aplicarla– de forma totalmente opuesta, desde la línea revolucionaria e internacionalista, como se ha visto. Es más, en la época actual de capitalismo maduro, el imperialismo, cuando la organización mercantil-capitalista de la sociedad se ha impuesto y desarrollado por encima de viejas formas de producción y la fusión internacional del capital en estructuras comunes, el borrado de las barreras nacionales y la múltiple asimilación entre naciones son ya una tendencia histórica universal del capitalismo [17], la actitud del proletariado hacia los movimientos nacionalistas burgueses —la mayoría de los cuales carecen ya de contenido revolucionario— debe ser claramente diferente respecto a la primera época del capitalismo. En la etapa de intensas luchas revolucionarias entre las formas capitalistas y formas feudales y semi-feudales, en la etapa de configuración y consolidación del sistema político-económico capitalista, los múltiples movimientos nacionales de la burguesía tenían un carácter revolucionario para destruir lo «viejo» y desarrollar lo «nuevo», para crear Estados nacionales frente los vestigios aristocráticos. En esta etapa de capitalismo naciente, centrado en el desarrollo interior de las naciones y los Estados, de los mercados nacionales y primarios, el proletariado luchó a menudo junto a capas de la burguesía nacional contra las viejas formas de organización social —las revoluciones de 1848 en toda Europa son un claro ejemplo—. Con el asentamiento del sistema capitalista y el desarrollo de sus formas y contradicciones, con la superación del estrecho marco del mercado nacional y la configuración monopolista, los movimientos nacionalistas han perdido, en la mayoría de casos, su vertiente revolucionaria para el proletariado. Por lo tanto, para tratar la cuestión nacional, la distinción entre la línea burguesa y la línea proletaria, entre el nacionalismo y el internacionalismo, es extremadamente necesaria, así como también potenciar la lucha de líneas entre ellas. Así, en la consigna del derecho a la autodeterminación e igualdad de todas las naciones el proletariado puede y debe oponer y aplicar la política internacionalista, su política independiente de clase.

Adentrémonos más, sin embargo, en la anterior concepción unilateral de identificar el pleno reconocimiento de los derechos y libertades de todas las naciones con apoyar movimientos nacionalistas burgueses. Y es que si se rechaza la consigna democrática de plena igualdad entre todas las naciones y de su derecho a la autodeterminación bajo el argumento de que es una consigna apoyada o impulsada por sectores de la burguesía nacional —o cualquier otro motivo—, se acepta de facto la consigna nacionalista-reaccionaria de las burguesías de las naciones opresoras y la opresión nacional —vuelve a aparecer el fantasma del luxemburguismo—. En lugar de hacer de la cuestión nacional una cuestión proletaria, de subordinarla a los objetivos revolucionarios y tratarla desde el internacionalismo, se encasilla en el campo de la burguesía, se renuncia a ella, se entiende como algo nocivoextrañoajeno. A su vez, intentar implantar o adecuar en el orden de cosas actual los ideales de organización política revolucionaria de los Estados y las naciones, esto es, negar el derecho a la autodeterminación en tanto los comunistas aspiramos a la fusión de las naciones, denota un estrecho punto de vista sobre las tareas revolucionarias, todo obstaculizando la articulación de la libre unión del proletariado de varias naciones, y legitima de nuevo la opresión nacional.

Por tanto, en definitiva, desde Balanç i Revolució (BiR) reconocemos, aceptamos y defendemos con todas las consecuencias resultantes la aplicación del derecho a la autodeterminación para Catalunya y el resto de naciones del Estado español —es decir, su derecho a la libre separación política del Estado español—, en base y a partir de la política internacionalista de fusión del proletariado catalán con el resto del proletariado del Estado español en una organización revolucionaria única y central para la lucha por el comunismo. Las tareas que se nos presentan al conjunto de la vanguardia teórica marxista del Estado español respecto a la cuestión nacional pueden enfocarse —y deben enfocarse— desde dos puntos diferentes, pero de denominador común (unidad dialéctica). Por un lado, en la nación opresora la vanguardia teórica marxista debe poner énfasis en la necesidad de reconocer, aceptar y luchar por el derecho a la autodeterminación de todas las naciones del Estado oprimidas por su nación, sin olvidar las tareas por la organización central y única de todo el proletariado. Por otra parte, en las naciones oprimidas la vanguardia teórica marxista debe poner énfasis en la necesidad de la organización única y central de la clase trabajadora de todo el Estado, en la fuerza y conveniencia de la fusión del proletariado de las diversas naciones para la lucha revolucionaria, sin olvidar la defensa y lucha por el derecho a la autodeterminación de la propia nación. En ambos casos, esto se debe realizar en una constante lucha de dos líneas contra los nacionalismos respectivos que recluyen, dividen y enfrentan al proletariado y contra las formas revisionistas de enfocar la cuestión nacional —que, al fin y al cabo, como se ha visto, terminan en el campo de los nacionalismos—. Estas tareas concretas de la vanguardia teórica marxista en formación se adecuan al momento actual de reconstitución ideológico-política del comunismo y a sus tareas y objetivos generales.

IV. POSICIONAMIENTO

Una hipotética separación política de Catalunya en Estado independiente forzaría —si no lo está consiguiendo ya el «proceso soberanista»— una clara agudización de las contradicciones en el bloque dominante del Estado español, principalmente, y en las estructuras monopolistas europeas, secundariamente, en virtud de la reestructuración político-económica adyacente y las nuevas correlaciones de fuerzas que surgirían. Es importante resaltar esto, no en el sentido mecanicista y vulgar compartido por sectores revisionistas según el cual la agudización objetiva podría propiciar automática y mecánicamente algún tipo de movimiento revolucionario —es necesario el salto cualitativo de la conciencia social proletaria a partir de la fusión en las masas de la teoría revolucionaria, por medio de la acción y mediación del Partido Comunista de Nuevo tipo—, sino en el sentido de debilidad del enemigo de clase y contexto de politización, de caldo de cultivo para trabajar la conciencia revolucionaria. En el mismo sentido, probablemente la independencia política como Estado de Catalunya aliviaría las tensiones nacionalistas entre el proletariado de las diferentes naciones y pondría a la orden del día otras cuestiones. Dicho de otra forma, con la resolución de la opresión nacional respecto a Catalunya y la separación en Estado independiente, los objetivos y las tareas para la acción conjunta del proletariado de Catalunya y las demás naciones del Estado español encontrarían probablemente un mejor escenario, más distendido en términos nacionalistas.

Por otra parte, entendemos que únicamente la franca y directa expresión democrática de las masas por mandato imperativo en referéndum puede aplicar el derecho a la autodeterminación. Otros caminos o formas de intentar «conducir» la aplicación del derecho a la autodeterminación, otros caminos o formas que releguen el protagonismo directo de las masas, son herramientas útiles para la mediana-pequeña burguesía catalana y otros sectores en la negociación por sus intereses frente al bloque del gran capital. Así, la pseudo-consulta del nuevo 9-N se presenta como mecanismo para utilizar el movimiento y la participación de masas como carne de cañón ante el Estado español en tal negociación. Por lo tanto, rechazamos esta forma o camino estratégico de las facciones burguesas independentistas como ejercicio del derecho a la autodeterminación; no obstante, en tanto ejercicio participativo, entendemos que la libertad de voto es la consigna adecuada. En la misma línea, la celebración de elecciones plebiscitarias como mecanismo parlamentario sustitutivo del mandato imperativo de las masas en referéndum efectivo es una expresión aún más lúcida del uso y maniobras consecuentes por parte de la mediana-pequeña burguesía catalana en su relación contractual con el bloque dominante. En el momento actual de redacción del documento, parece claro que el Estado español impugnará y suspenderá también la pseudo-consulta, en la línea general de la ofensiva-respuesta del bloque dominante contra las reivindicaciones de la mediana-pequeña burguesía (hay que dejar claro que el Estado también utiliza todo este tira y afloja para tapar sus propias corruptelas). Además, dada la falta de voluntad, el legalismo burgués y la debilidad de las fuerzas políticas consecuentemente independentistas para poder convocar un referéndum efectivo, se puede llegar a la conclusión de que el referéndum efectivo no se celebrará.

Así, desde Balanç i Revolució (BiR) instamos al boicot ante unas elecciones plebiscitarias y a la libre participación y voto en cualquier ejercicio participativo, desde los objetivos y tareas internacionalistas de trabajo para la Revolución Comunista desarrollados anteriormente. Del mismo modo, instamos a las masas a cuestionarse, enfrentarse y desobedecer el marco legal burgués para poder aplicar debidamente el derecho a la autodeterminación de Catalunya.

La nación, como formación histórica burguesa, es uno de los grandes Minotauros en el inmenso laberinto del sistema capitalista. Muchos son los que, mansos, se postran ante él, mientras que otros tantos tratan de esquivarlo. Confrontarlo forma parte de las tareas históricas e ineludibles de los comunistas, y no hay mejor manera que enarbolando de manera efectiva el derecho a la autodeterminación. Eso hacemos nosotros, plenamente conscientes de que al mismo tiempo retomamos la senda que nos marca ese hilo rojo de Ariadna, con el objetivo de salir del odioso laberinto y llegar a nuestra meta: la humanidad plenamente emancipada, donde las naciones y la explotación del hombre por el hombre no serán más que polvo, reliquias antediluvianas procedentes de la noche de los tiempos.

COMPLETA IGUALDAD DE DERECHOS DE LAS NACIONES; DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN DE LAS NACIONES; FUSIÓN DE LOS OBREROS DE TODAS LAS NACIONES; TAL ES EL PROGRAMA NACIONAL QUE ENSEÑA A LOS OBREROS EL MARXISMO, QUE ENSEÑA LA EXPERIENCIA DEL MUNDO ENTERO
V. I. LENIN
¡PROLETARIOS DEL MUNDO, UNÍOS!

3 de noviembre de 2014, Catalunya.

[1]

Las razones materiales de la contradicción interburguesa entre la gran burguesía y la mediana-pequeña burguesía radican en el hecho de que la segunda requiere para su desarrollo un marco económico de acción más local, más autónomo, y unos mecanismos anti-monopolistas que garanticen la protección respecto al gran capital, en contraposición a los intereses y mecanismos internacionales de la burguesía financiera.

[2]

En el contexto de crisis actual, la ofensiva del gran capital, manifestada en una aceleración de la concentración del capital, se acentúa y presenta un escenario de proletarización de capas bajas de la mediana-pequeña burguesía y radicalización de la aristocracia obrera. Esto significa la intensificación en diferentes ámbitos de la oposición de intereses entre el bloque monopolista y la mediana-pequeña burguesía y sectores inferiores.

[3]

http://www.directe.cat/noticia/291788/reunio-secreta-de-rajoy-amb-faine-i-godo-per-aturar-el-proces-sobiranista

[4]

http://www.elsingular.cat/cat/notices/2013/02/foment_del_treball_plega_veles_eludeix_el_sobiranisme_i_el_pacte_fiscal_92829.php

[5]

http://www.diaridegirona.cat/catalunya/2014/09/16/gay-montella-reitera-foment-treball/687879.html

[6]

La República Catalana como objetivo del proyecto político de amplias capas de la mediana-pequeña burguesía catalana y otras facciones inferiores es la homóloga de la III República anhelada por la mediana-pequeña burguesía de la nación opresora. Las divergencias entre la mediana-pequeña burguesía catalana y su contraparte en la nación opresora, en su oposición al gran capital, se manifiestan también en la actitud de sus respectivos partidos políticos hacia el proceso soberanista.

[7]

http://www.324.cat/noticia/2419380/economia/El-Cercle-Catala-de-Negocis-abandona-la-PIMEC-per-haver-impedit-la-votacio-sobre-lestat-propi

[8]

http://www.eltriangle.eu/cat/notices/2014/03/crisi-a-ugt-i-ccoo-pel-sobiranisme-38697.php

[9]

http://www.llibertat.cat/2014/09/que-cal-fer-27821

[10]

Esta dualidad de líneas puede situarse fuera de la provincia de Girona, del Alt Maresme, zonas como Badalona, ​​etc., para que en estos lugares la hegemonía del MDT no es cuestionada por las organizaciones de raíz, SEPC o CUP.

[11]

La reconstitución ideológica del comunismo, por tanto, no es un ejercicio académico, y por eso mismo es algo que no se realiza desde la teoría para la teoría, es decir, en función del ensamblaje completo de un supuesto corpus teórico preestablecido y que permaneciera como entelequia teórica oculta que fuera necesario desvelar y recuperar del limbo del pensamiento puro. Al contrario, la reconstitución ideológica se realiza desde la teoría para la práctica, es decir, en función de los intereses concretos y reales del movimiento de Reconstitución política, en función de los problemas reales que la vanguardia necesita resolver para dar continuidad a ese movimiento y para ampliarlo en su base. Nueva Orientación en el camino de la reconstitución del partido comunista (I) – El Martinete, nº 19, pág. 126. Año de publicación: 2006.

[12]

La centralización política, desde el punto de vista del marxismo, corresponde al sistema de organización económica comunista de propiedad social de todo el pueblo sobre los medios de producción, así como a los intereses inmediatos de la Revolución Comunista mencionados en el texto.

[13]

Otras luchas parciales que amplios sectores del revisionismo presentan como ámbito de lucha o camino para la acumulación de fuerzas hasta el momento en que tenga lugar una crisis revolucionaria son el republicanismo, el feminismo, las mareas de colores, etc.

[14]

V. I. Lenin, «Notas críticas sobre el problema nacional», 1913; pág. 18, Volumen VI, Obras Escogidas; Edición Progreso, Moscú, 1973.

[15]

Front Revolucionari dels Països Catalans (FRPC), «Comunicat davant el referèndum del 9N al Principat», julio de 2014; http://frpc.noblogs.org/post/2014/07/28/comunicat-davant-el-referendum-del-9n-al-principat/

[16]

Front Revolucionari dels Països Catalans (FRPC), «Manifest fundacional del FRPC», abril de 2014; http://frpc.noblogs.org/post/2014/04/

[17]

La gran burguesía lo explica así: «el objetivo de asegurar el adecuado funcionamiento del mercado único y profundizar en su desarrollo exige el establecimiento de normas homogéneas y la coordinación de un cierto número de instrumentos de política económica, lo que reduce la capacidad de las autoridades nacionales para influir de forma autónoma sobre sus economías. […]. Las vertientes de la política económica más relevantes para el funcionamiento de un mercado único son las que han sido objeto de un mayor grado de centralización. […]. El mercado único exige eliminar las restricciones que limitan la concurrencia y, en particular, las prácticas proteccionistas que, de un modo u otro, las autoridades nacionales pueden intentar introducir o mantener para reforzar la posición en el mercado de las empresas autóctonas ». («El análisis de la economía española», Servicios de Estudios del Banco de España; pàg. 67, Alianza Editorial, Madrid, 2005).

CATALÀ:

El parany del nacionalisme

Document sobre la qüestió nacional catalana i les tasques dels comunistes

I.  INTRODUCCIÓ

Balanç i Revolució (BiR) es presenta com a grup o destacament d’avantguarda en territori català per la reconstitució ideològico-política del comunisme, en objectiu del Partit Comunista de Nou Tipus a l’Estat espanyol per la Revolució Proletària Mundial. Degut al caràcter del moment actual —derrota i replegament del comunisme, expressat amb la fi de l’últim Cicle Revolucionari (1917-1989)—, la nostra tasca s’enfoca elementalment en la formació polifacètica de quadres revolucionaris, per mitjà del balanç o síntesi del passat Cicle Revolucionari, la lluita de dues línies i el treball teòrico-ideològic general, en camí conscient de la formació i organització de l’avantguarda teòrica marxista (reconstitució ideològica) com una premissa bàsica per la formació del Partit Comunista (reconstitució política).

Actualment, la línia revolucionària es troba en plena derrota i replegament, incapaç de tractar les tasques i contradiccions del moment actual i, per consegüent, el revisionisme és la línia dominant en el Moviment Comunista Internacional, en tot el ventall de línies que el conformen. A l’Estat espanyol en concret es reprodueix, en línies generals, aquesta situació en l’àmplia multiplicitat d’organitzacions “comunistes”; la revolució proletària ja no està en l’horitzó del moviment comunista ni de les masses. En aquest panorama, la Línia de Reconstitució planteja encarar  la rearticulació del moviment revolucionari pel comunisme no des de la reproducció mecànica d’arquetips assimilats, sinó des de la reconstitució ideològico-política del comunisme per situar la teoria revolucionària en un punt més alt tot superant dialècticament les limitacions i errors de la praxis acumulada. El Moviment per a la Reconstitució, en la línia de masses i tasques de l’actualitat, experimenta un creixement significatiu en els darrers anys. En aquest context general, Balanç i Revolució (BiR) es presenta com a destacament per la Reconstitució en territori català, aspirant a agrupar i formar l’avantguarda teòrico-ideològica catalana en el procés general per la reconstitució del Partit Comunista.

Degut a la singular intersecció de diverses contradiccions immediates en l’Estat espanyol, com són, entre altres, la reorganització del Poder amb l’ofensiva característica del gran capital en el context de crisis sistèmica, i la corresponent resposta de la mitjana-petita burgesia i l’aristocràcia obrera, i la qüestió nacional catalana —estretament relacionada amb el punt anterior—, des de Balanç i Revolució (BiR) trobem convenient presentar-nos mitjançant un document on s’exposen les nostres línies generals de forma vinculada al nostre posicionament sobre el “procés sobiranista”.  És a dir, creiem que la immediatesa del 9-N ens ofereix una gran oportunitat per presentar-nos i abordar la qüestió, en el sentit de ser un tema certament polèmic, ampli, pendent d’un profund debat i amb anàlisis revisionistes dominants.

La qüestió nacional catalana, o general en l’Estat espanyol, és quelcom que exigeix un escrupolós estudi històric, un balanç crític i un posicionament clar que trenqui amb la línia revisionista dominant. Així, per poder entrar de ple en les tasques actuals respecte aquesta qüestió, cal aprofundir prèviament en ella mitjançant l’anàlisi concreta i històrica de la situació concreta. Això equival, en termes marxistes, a l’anàlisi històrica de la configuració de l’Estat espanyol i l’encaix de les diverses nacions en ell segons l’organització de la producció i intercanvi mercantil-capitalistes i la lluita i correlació de classes. S’esbossaran aquí unes línies generals orientatives; la nostra aportació pretén ser un gra de sorra més per contribuir a un debat més profund i conjunt de l’avantguarda comunista sobre el tema.

II. ANÀLISI GENERAL DE L’ESTAT ESPANYOL

L’Estat espanyol és un Estat plurinacional desenvolupat sobre l’aliança de les grans burgesies monopolistes de les diverses nacions, que constitueixen la columna vertebral del Poder burgès. A l’Estat espanyol, existeix una nació privilegiada-dominant —nació castellana— i un conjunt de nacions oprimides a les quals no se’ls reconeix el seu caràcter nacional, la seva igualtat de drets respecte la nació opressora i el seu dret a l’autodeterminació. Així, els trets nacionals  de la nació opressora tenen un caràcter predominant sobre les diverses nacions oprimides, fet que es desprèn tant de la situació pre-jurídica de l’Estat burgès de submissió violenta dels territoris, com de les exigències idiomàtiques del mode de producció i d’intercanvi capitalista, en favor de la llengua majoritària, i del caràcter general de l’Estat espanyol. No obstant això, les diverses nacions oprimides presenten certa «autonomia nacional», reflex de la forma de desenvolupament capitalista a l’Estat espanyol i de l’aliança interburgesa de la seva configuració.

Com es pot comprendre, doncs, l’Estat espanyol és un cas realment particular de configuració estatal en el procés de desenvolupament capitalista, ja que trenca l’esquema dominant d’Estat-nació. Aquesta particularitat històrica en la formació de l’Estat espanyol modern està íntimament relacionada amb l’articulació i interrelació de les nacions perifèriques de l’Estat —Catalunya i País Basc, principalment— en el seu desenvolupament capitalista. Les premisses i formes per l’organització social capitalista —masses de camperols separats de la terra i treballadors separats dels instruments de treball, producció de mercaderies i mercat corresponent i acumulació originària de capital— van manifestar-se amb especial preponderància en territori català i basc; la seva situació geogràfica de cara al mercat mediterrani i atlàntic, la fortament desenvolupada producció manufacturera en ells i, en el cas català, un pes considerablement important en el mercat colonial i una abundant mà d’obra van oferir les bases per un desenvolupament capitalista més ràpid que en altres parts de l’Estat. Així ho proven, per exemple, la introducció inicial de la màquina de vapor en aquests territoris —any 1833, fàbrica tèxtil Bonaplata—, l’alta taxa d’industrialització respecte la resta de l’Estat i les primeres formes primitives de moviment obrer econòmic —Societat de Protecció Mútua dels Teixidors del Cotó de Barcelona; crema de maquinària de la fàbrica Bonaplata l’any 1835, etc.—.

Aquesta contradicció aparent, aquest xoc d’interessos, entre unes relativament avançades regions perifèriques i una majoria de l’Estat relativament endarrerida sotmesa profundament a les convulsions feudals i semi-feudals, portà a les burgesies nacionals naixents a abraçar opcions federalistes d’organització estatal i la forma de república democràtica. Els primers passos del catalanisme polític o política nacional burgesa catalana, amb la figura de Valentí Almirall i la celebració dels Congressos Catalanistes de 1880 i 1883 (fundació de Centre Català, la primera organització política catalanista), s’inclinaven en aquest sentit de denúncia de la subjecció i dependència de les estructures dinàstiques espanyoles i en favor d’una organització regionalista-federalista de l’Estat. És a dir, s’intentaven arrencar concessions a un Estat centralista i comparativament endarrerit en favor del desenvolupament propi de Catalunya        —mitjançant participacions puntuals, com a les Corts de Cadis, a la I República, etc.—. Així, el primer nacionalisme català prenia forma de la mà d’una forta burgesia naixent en contradicció aparent amb l’estat de coses a la resta de l’Estat espanyol.

Però, el domini i agressivitat dels imperialismes anglès, holandès, etc., i la feblesa i estretor del mercat colonial espanyol, i posteriorment la seva pèrdua arran del Desastre de 1898, sumat tot als problemes de comunicació de l’Estat amb l’exterior i la seva forta dependència econòmica, portà a les nacions perifèriques a adoptar un fort proteccionisme i a centrar-se en el mercat intern espanyol. Això significava, doncs, la necessitat per les burgesies perifèriques del desenvolupament capitalista arreu de l’Estat, de la forja del mercat intern i el creixement de la demanda, i un interès vital per part seva en la participació per l’organització dels afers de l’Estat. D’aquestes dates, de la darreria del segle XIX i els inicis del XX, en la segona etapa de la Restauració, són les consignes «catalanitzar Espanya» o «fer política a Madrid». L’any 1901 es va formar la Lliga Regionalista, partit polític de la gran burgesia catalana amb important presència a Madrid, i, poc abans, el 1895, l’homòleg per la gran burgesia basca, el Partit Nacionalista Basc. Amb tot això, doncs, les línies generals del Poder burgès a Espanya es van definir com un ampli i fort bloc de grans burgesies de diverses nacions, de forma que l’adequació del desenvolupament capitalista s’allunyava de l’esquema Estat-nació. En altres paraules, de concessions i exigències puntuals per uns projectes propis, la gran burgesia catalana i d’altres nacions van passar a integrar-se en l’estructuració moderna de l’Estat espanyol com a bloc articulat de grans burgesies. Dins d’aquest bloc, orgànicament unit entorn la nació poderosa, la nació assimilista i convenient pel desenvolupament socio-econòmic, les grans burgesies nacionals —sovint acompanyades, crítica o acríticament, per les mitjanes-petites burgesies— han tendit a desenvolupar o exigir instruments propis de Poder en les seves regions, per mitjà d’Estatuts d’Autonomia, etc.; uns instruments que, en el seu conjunt articulat, constitueixen un arrelat Estat burgès, un veritable ideal capitalista o gran capitalista col·lectiu, com diria Friedrich Engels. Cal fer notar, a més, que l’opressió nacional a l’Estat espanyol no és una opressió de nacions imperialistes envers nacions saquejades —de tipus colonial o semi-colonial—, perquè precisament l’aliança de les seves grans burgesies configura un Estat imperialista i el capitalisme està plenament desenvolupat, sinó una opressió o subjecció de tipus polític, una submissió política segons l’estructura configurativa de l’Estat burgès.

Per tant, en general, en els últims dos segles la gran burgesia catalana ha estat una facció vitalment interessada en el pactisme per integrar-se en el bloc dominant de l’Estat espanyol. Això condueix a una primera conclusió important, a saber: les pretensions independentistes, no predominants històricament en les reclames nacionals catalanes, han provingut i provenen generalment de sectors de la mitjana i petita burgesia. En l’afany de «lluita» contra el gran capital, la mitjana-petita burgesia catalana s’orienta històricament a integrar-se o combatre l’aliança de la gran burgesia catalana amb la gran burgesia de la resta de l’Estat espanyol [1]; exclosa del bloc dominant, especialment en períodes de crisi, la mitjana-petita burgesia catalana arremet contra l’status quo del pactisme entre grans burgesies, ja sigui en sentit reivindicatiu de formar-hi part com en sentit rupturista-independentista —franca expressió de lluita i identitat de contraris—. La contradicció interburgesa entre gran burgesia i mitjana-petita burgesia, entre gran i mitjà-petit capital, és la contradicció principal que impulsa l’orientació del nacionalisme català entre dos pols.  Tal contradicció ha tingut i té especial força en la situació nacional catalana; la força i arrelament de la mitjana-petita burgesia a Catalunya aviva el foc de la qüestió nacional.

Amb perspectiva històrica, aquesta contradicció interburgesa s’ha desplegat contínua i incansablement sota diverses formes. Clars exemples són el trencament de Solidaritat Catalana —àmplia plataforma unitària d’opcions variades catalanistes— l’any 1907 pel xoc irremeiable d’interessos; i el conflicte rabassaire dels anys 30, entre rabassaires —pagesos arrendataris no-propietaris— i grans propietaris, traduït en les exigències d’Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) i d’organitzacions pageses com Unió de Rabassaires, referents històrics de la mitjana burgesia catalana,  per una legislació a favor de l’accés a la propietat dels rabassaires, i la fèrria oposició de la Lliga Regionalista (en general, gran burgesia i terratinents). La Llei de Contractes de Conreu, aprovada l’any 1934, fou recorreguda dues vegades per la Lliga Regionalista davant el Tribunal de Garanties Constitucionals. La reproducció d’aquesta contradicció portà fins i tot a l’abandonament del Parlament català de la Lliga Regionalista.

Tot això, si s’empra per a estudiar la situació concreta del moment actual, permet explicar que el «procés sobiranista» es caracteritzi per la intensificació de la contradicció interburgesa principal entre la mitjana-petita burgesia catalana, amb certs sectors radicalitzats i arrossegant a amplis sectors de l’aristocràcia obrera, i la gran burgesia pactista catalana, deguda a la reacció-ofensiva del bloc dominant del gran capital de l’Estat espanyol contra altres faccions burgeses (mitjana-petita burgesia, aristocràcia obrera, etc.) per guanyar quota de mercat, enfortir monopolis, etc [2]. En resposta a aquesta ofensiva, la mitjana-petita burgesia catalana (amb molta força a Catalunya, com s’ha comentat), arrossegant a amplis sectors de l’aristocràcia obrera catalana, entra en contradicció amb el bloc dominant del gran capital en què està inclosa la gran burgesia catalana adoptant la línia rupturista-independentista.

Després d’haver ofert algunes pinzellades generals i històriques sobre el transcurs de la contradicció interburgesa principal esmentada, ara s’analitzaran els xocs i interessos de tal contradicció en l’actualitat. La gran burgesia catalana, així com la resta de grans burgesies nacionals, no té un caràcter secessionista; pot dividir-se en fraccions més catalanistes o espanyolistes, però no cau, en línies generals, en el sac de la línia rupturista-independentista. Importants representants de la gran burgesia monopolista catalana, integrada com a part elemental del bloc dominant de l’Estat espanyol, com Isidre Fainé (CaixaBank) o Javier Godó (Grup Godó), clamen obertament per un «gran pacte» i s’han reunit vàries vegades amb el president del Govern espanyol, Mariano Rajoy, per abordar la qüestió nacional [3]. (Lúcid exercici per provar la posició de la gran burgesia catalana és llegir les editorials del diari La Vanguardia). La gran patronal catalana, Foment del Treball Nacional, davant el «procés sobiranista» comparteix posició, en línies generals, amb la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) —clar exemple, de nou, del bloc entre grans burgesies nacionals—; es manté «al marge», rebutja el camí independentista —fins i tot el pacte fiscal—, a la vegada que urgeix «grans pactes» [4]. La precipitació dels esdeveniments l’ha portat a acceptar, el setembre de 2014, un possible marc legal i acordat pel bloc dominant pel «procés sobiranista» i algun tipus de «pacte fiscal» per solucionar el problema [5]. Seria un clamorós error, com ho fan la majoria d’organitzacions «comunistes», identificar el «procés sobiranista» com una orientació política de la gran burgesia monopolista catalana; això porta a una posició realment incòmoda, impotent per comprendre la força i el paper de la mitjana-petita burgesia i la seva contradicció amb la gran burgesia i, a la vegada, ambigua entorn uns propòsits imaginaris de la gran burgesia catalana.

La mitjana-petita burgesia catalana ha estat la principal força de classe impulsora del camí independentista, procés emanat de les contradiccions i correlacions explicades anteriorment. La seva posició i interessos, en «oposició» al bloc dominant de grans burgesies per integrar-se o combatre l’aliança de la gran burgesia catalana amb la gran burgesia de la resta de l’Estat espanyol, depenen en gran mesura del posat del Govern espanyol i de les forces polítiques del bloc dominant. Si el transcurs dels esdeveniments permeten millorar la seva posició en la negociació i estructuració político-econòmica de l’Estat espanyol, àmplies capes de la mitjana-petita burgesia —en especial, la mitjana burgesia— renunciaran al camí independentista; però, si la inflexibilitat de l’ofensiva del gran capital del bloc dominant roman fèrria, la mitjana-petita burgesia catalana, exclosa i enfrontada vivament contra el gran capital del bloc dominant, aspirarà com a projecte polític a trencar amb l’Estat espanyol per configurar la República Catalana [6]. El desenvolupament progressiu del «procés sobiranista», ja en un lapse de temps recent, així ho prova; des d’un Estatut d’Autonomia retallat fins a un pacte fiscal negat, això és, amb la contínua postura rígida del bloc dominant del gran capital, la mitjana-petita burgesia ha anat basculant a favor de la independència política de Catalunya. Així, tota la patronal i diverses organitzacions de la mitjana-petita burgesia catalana s’han unit al Pacte Nacional pel Dret a Decidir —PIMEC, Fepime, Cercle Català de Negocis, CECOT, etc.—, malgrat les inicials  reticències i vacil·lacions explicades —el Cercle Català de Negocis abandonà PIMEC per la seva negació inicial a tractar la línia independentista [7]—.

Per altra banda, en l’actual conjuntura política de polarització, és a dir, d’intensificació de la contradicció entre gran burgesia catalana, i bloc dominant del gran capital a l’Estat espanyol, i la mitjana-petita burgesia catalana, el paper de la burgesia catalana no-monopolista, o de segona línia, és realment difícil de traçar. Es pot dilucidar cert distanciament respecte la gran burgesia monopolista, però la «capa de transició» entre elles és fina i característicament permeable. Pel que fa a l’aristocràcia obrera catalana, la proporcionalitat d’interessos amb la mitjana-petita burgesia —sobretot amb els sectors més radicalitzats— l’ha arrossegat darrere la basculació independentista d’aquesta. Així, els sindicats monopolistes de CCOO i UGT a Catalunya s’han alineat a favor del «procés sobiranista», adherint-se al Pacte Nacional pel Dret a Decidir. No obstant això, aquesta posició entra en contradicció amb el posicionament de CCOO i UGT  d’àmbit estatal —manifestació de la contradicció secundària entre mitjana-petita burgesia i aristocràcia obrera de Catalunya i la resta de l’Estat espanyol—. A més, el seguidisme al bloc independentista ha suscitat discrepàncies en les seves pròpies organitzacions [8]. Cal assenyalar, amb tot, que no hi ha cap muralla xinesa entre classes i que, per tant, seria erroni concebre una absolutització de les seves posicions —així, per exemple, la gran burgesia catalana pot aprofitar la deriva de la mitjana-petita burgesia catalana per millorar la seva articulació en el bloc dominant, pot haver fraccions clarament espanyolistes de la mitjana burgesia catalana (representades per Ciutadans (C’s), Unión Progreso y Democracia (UPyD)…), etc.—.

Si es fa una ullada a la correlació política adjacent, es pot veure com, des del període dels anys 80 fins ben entrat el segle XXI, Convergència i Unió (CiU) ha representat a la gran burgesia monopolista —junt a altres forces parlamentàries com el Partit Socialista de Catalunya (PSC)—, pactista i integrada en el bloc dominant de l’Estat espanyol —Jordi Pujol era vist com «home d’Estat» i tal formació política va jugar un paper important en la configuració i desenvolupament vigents de l’Estat espanyol—. En l’actual escenari, davant la intensificació de la contradicció entre la gran burgesia i altres capes burgeses inferiors catalanes, CiU ha manifestat clares vacil·lacions respecte el seu paper històric. Així, una contradicció secundària latent en aquesta organització política, com és l’existent entre la línia «conservadora-pactista» de la gran burgesia que històricament ha representat i la línia «independentista» propera a la mitjana burgesia, ha passat a primer pla. Actualment, de la mà de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), sembla que en tal lluita de contraris amb la línia d’Unió Democràtica de Catalunya (UDC) dels interessos de la burgesia catalana monopolista pot prendre preponderància la segona línia —la pràctica del futur immediat dirà molt—. Per tant, podria dir-se que CiU representa l’ala conservadora del «bloc sobiranista», corresponent a la mitjana burgesia acomodada i a sectors de la burgesia no-monopolista (gran burgesia de segona línia); fet que junt amb la intersecció amb la gran burgesia pactista defineix a CiU i les seves contradiccions internes actuals.

Per altra banda, la força política parlamentària directriu de la línia independentista és ERC, representant històrica d’àmplies capes de la mitjana burgesia principalment —fet que no exclou vacil·lacions envers altres faccions de classe—. L’evolució interna i de la seva línia política segueix un camí similar a la basculació de la mitjana burgesia catalana anteriorment explicada. A més, ERC invità a nombroses organitzacions de la mitjana burgesia a incorporar-se al Pacte Nacional, una mostra clara de l’enfortiment i teixit político-econòmic que està construint. Pel que fa a Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), la indecisió i vacil·lacions internes mostren la contradicció entre una línia més propera a la mitjana burgesia i una altra a la petita —fins i tot amb l’aristocràcia obrera—;  això s’ha accentuat en l’actual conjuntura de crisi i ofensiva del gran capital del bloc dominant i els moviments, entre d’altres, de CiU. Per tant, no hi ha una posició comuna respecte la independència de Catalunya, sinó un conglomerat per sectors.

Com a forces polítiques extra-parlamentàries, cal assenyalar el paper que realitzen l’Assemblea Nacional de Catalunya i Òmnium Cultural, actuant com a mecanisme d’equilibri entre els partits polítics en el moviment sobiranista. El seu caràcter del bloc de mitjana-petita burgesia, tot i que heterogeni —Òmnium és més proper a capes altes de la mitjana burgesia i, l’ANC, més propera o vinculada a sectors de la petita burgesia—, s’evidencia amb la seva importància en la resposta independentista de la mitjana-petita burgesia a l’ofensiva del gran capital.

l’ala radicalitzada o d’esquerra del «bloc sobiranista» s’hi troben les forces corresponents a l’aristocràcia obrera i sectors radicalitzats de la petita-burgesia. En el primer cas, cal esmentar a Esquerra Unida i Alternativa (EUiA); en el segon cas, tot i que amb un ampli ventall de relacions amb altres sectors, hi ha l’Esquerra Independentista. En ella, de la mateixa forma que en altres organitzacions, s’hi poden discernir vàries contradiccions definitòries. En aquest cas, segons el grau de subordinació a altres sectors del «bloc sobiranista» es poden identificar l’ala dretana, representada per Moviment de Defensa de la Terra (MDT) i confiant en la capacitat del «procés sobiranista» per generar desestabilització aprofitable per l’enigmàtica «revolució» o «transformació social» [9]; l’ala esquerrana, representada principalment per Endavant i Arran [10], crítics i escèptics amb el seguidisme a CiU i ERC i la deriva rupturista del «procés sobiranista»; i l’ala de centre, basculant i catalitzadora entre les dues tendències anteriors, ocupada per la Candidatura d’Unitat Popular (CUP).

No seria imprudent afirmar, doncs, que el resultat del «procés sobiranista» dependrà en gran part del desenvolupament  de les contradiccions entre les faccions polítiques protagonistes i de les contradiccions en el seu sí; tot en el tauler general de la contradicció principal entre el bloc dominant de grans burgesies de l’Estat espanyol i la mitjana-petita burgesia catalana i altres sectors inferiors.

En tot aquest entramat de contradiccions, d’interessos i correlacions de forces de classe, cal destacar amb especial èmfasi la situació del proletariat d’arreu de l’Estat espanyol, tant de la nació opressora com de les nacions oprimides. Aquesta classe social, la classe social dels desposseïts, no disposa d’independència político-ideològica. En altres paraules, el proletariat és carn de canyó pels interessos de les faccions de classe i pels nacionalismes burgesos, tant de la nació opressora com de la nació oprimida; és aprofitat, manejat i llençat com a arma de Poder per les respectives burgesies. La divisió i enfrontament del proletariat de les diferents nacions de l’Estat espanyol és una carta jugada pels nacionalismes. Així doncs, el proletariat no té una línia ni una organització revolucionària per oposar a les classes reaccionàries; en això rau la falta d’independència del proletariat, emmanillat en els interessos de la burgesia i en la immediatesa de les condicions actuals. Això és un fet. Cal preguntar-se, doncs, a què es degut. En línies generals, a la derrota actual de la línia revolucionària, del marxisme —fet que culmina l’últim Cicle Revolucionari—. I, anant més enllà, la derrota o crisi de la línia revolucionària no s’ha d’atribuir exclusiva o primàriament a factors externs, sinó a la seva pròpia dinàmica dialèctica, al transcurs de les seves contradiccions teòrico-pràctiques, sobre les quals poden actuar i influenciar els factors externs.  És a dir, la derrota de la línia revolucionària en l’últim Cicle és una conseqüència de la seva feblesa, de les seves limitacions i errors; de la incapacitat per resoldre i superar (dialècticament) les contradiccions que sorgien i es desenvolupaven. El marxisme o teoria revolucionària no és quelcom compacte, hermètic en si mateix, acabat i ahistòric, preexistent de la pràctica concreta, sinó que es troba dialècticament unit a ella (unitat de teoria i pràctica); per tant, s’enriqueix amb ella, es desenvolupa d’acord a les conclusions que la pràctica pot oferir i les necessitats que presenta. D’aquí es desprèn, davant les condicions objectives d’innegable derrota i replegament i per poder rearticular el moviment pràctic-revolucionari, l’imperiosa exigència de sintetitzar la praxis acumulada per situar la teoria revolucionària a un punt més alt, més capaç per afrontar les tasques pràctiques actuals i superar les limitacions de la pràctica revolucionària anterior [11]. O, dit d’una altra forma, l’imperiosa exigència de reconstitució ideològica del marxisme com a teoria revolucionària d’avantguarda per les exigències pràctiques de reconstitució del comunisme com a moviment revolucionari de masses. Fins aquí s’ha ofert una anàlisi general, molt general, sobre la configuració històrica de l’Estat espanyol, l’encaix de les nacions en ell i les correlacions de forces de classe en el «procés sobiranista», i també s’ha tractat la necessitat de reconstitució del comunisme davant el panorama de profunda crisi de la línia revolucionària i la conseqüent falta d’independència del proletariat. A continuació, es tractaran el nostre posicionament i les tasques respecte la qüestió nacional en general i el dret a l’autodeterminació de Catalunya.

III. LA QÜESTIÓ NACIONAL DES DEL MARXISME

El nostre treball, i entenem que així ha de ser per tots els comunistes, s’encamina cap a la Revolució Comunista Mundial, cap a la revolució internacional de la classe treballadora contra l’ordre social existent. Tal és l’objectiu que està a l’ordre del dia, pel qual hem de treballar decididament tots els comunistes des de, i a partir de, les tasques del moment actual de reconstitució político-ideològica. El contingut d’aquesta revolució és la lluita internacional del proletariat revolucionari contra el jou del capital i les classes posseïdores, mitjançant la guerra revolucionària de masses o Guerra Popular a partir del Partit Comunista de Nou Tipus. El contingut d’aquesta revolució pot prendre forma únicament si es basa en l’internacionalisme proletari, és a dir, en la més estreta col·laboració, acció i fusió del proletariat revolucionari de totes les nacions. Només una força revolucionària que fongui el proletariat de totes les nacions contra les classes dominants pot fer miques el Poder burgès. Així, el nostre treball en l’etapa actual s’encamina cap a la organització única de l’avantguarda teòrica marxista de tot l’Estat espanyol per la reconstitució política del Partit Comunista de tot l’Estat espanyol, per la reconstitució política de l’organització revolucionària de Nou Tipus única i central de tota la classe treballadora de l’Estat espanyol, que fusioni en un mateix cos articulat tant al proletariat de les nacions oprimides com de la nació opressora. (És precís assenyalar que, en cas d’independència de Catalunya, s’hauria d’estudiar l’opció de forjar el Partit Comunista en la República Catalana, per exigències del marc polític objectiu de lluita, o poder articular un Partit per a dos Estats diferents segons la situació que es donés). Al seu torn, la forma política més adient per l’Estat-Comuna de transició revolucionària, per la qual ens inclinem, és un Estat-Comuna unitari i el més gran possible, que centralitzi i fusioni l’esforç del proletariat revolucionari del màxim nombre de nacions possible [12].

Aquestes consignes són únicament factibles amb el reconeixement, defensa i respecte del dret a l’autodeterminació de totes les nacions, del seu dret de lliure separació política per esdevenir Estat propi o lliure adhesió per unir-se a un altre Estat. Un moviment revolucionari internacional basat en la fusió del proletariat revolucionari de nacions opressores i oprimides, i la configuració dels Estat-Comuna de transició el més grans possible, són pura fraseologia barata si no es basen en la lliure unió dels diferents elements. No hi ha lliure i forta aliança o fusió vàlides si és per coacció; només sota el reconeixement i defensa de la igualtat de drets de totes les nacions i del seu dret a l’autodeterminació pot una força revolucionària internacionalista prendre forma. Difícilment és concebible un moviment revolucionari unitari del proletariat de nacions opressores i nacions oprimides si l’avantguarda comunista i el proletariat revolucionari de les nacions opressores no reconeixen i lluiten decididament pel dret a l’autodeterminació i la igualtat de drets les nacions oprimides; i un Estat-Comuna revolucionari centralista és difícilment concebible també si no es basa en la lliure adhesió i igualtat de drets de les nacions que el conformen. Per tant, entenem la necessitat de defensar la plena igualtat de drets i el dret a l’autodeterminació de totes les nacions i el principi internacionalista incondicional d’apropament i fusió del proletariat internacional —en sentit revolucionari, una cosa no s’entén sense l’altra—. Tot això, la defensa del dret a l’autodeterminació i la plena igualtat entre nacions, implica acceptar el resultat del mandat imperatiu de les masses en referèndums efectiusimplica un programa i uns fets concrets i, no només proclamar-ho alegrement de paraula i negar-ho en la pràctica, com és habitual en els anàlisis revisionistes.

La defensa de la igualtat de drets i del dret a l’autodeterminació de totes les nacions, això és, la reivindicació democràtica respecte les nacions, s’ha de tractar des de la línia i els objectius revolucionaris, és a dir, des de la lluita revolucionària totalitzadora contra l’organització social existent. Les reivindicacions de tipus democràtic, siguin del tipus que siguin, s’han de subordinar per complet al treball per la Revolució Comunista, a la lluita revolucionària i les seves tasques i objectius, i no a la inversa. Si així fos, si es donés un caràcter absolut i primari a les reivindicacions democràtiques burgeses i immediates, el treball revolucionari esdevindria treball per un conjunt de lluites parcials quantitatives, per una orientació espontaneïsta i immediata emmarcada i reproduïda en les condicions donades. Si fos així, es posterga indefinidament la línia i treball per la Revolució i es subordinen els objectius, formes i tasques a la lluita democràtico-burgesa nacional, o a qualsevol altra lluita democràtica parcial [13]. Grans exemples de tot això són els lemes «independència per canviar-ho tot», «independència i socialisme».

Per altra banda, la reivindicació democràtica per la igualtat de drets de totes les nacions i el seu dret a l’autodeterminació s’ha d’entendre en el seu marc base corresponent, això és, en el desenvolupament històric de les nacions i dels Estats en general. Així, l’aplicació d’aquestes reivindicacions, la solució per a la qüestió nacional —que no superació del problema nacional, factible únicament en la fusió de totes les nacions en el comunisme—, pot donar-se efectivament dins del capitalisme i imperialisme. La separació d’una o altra nació per esdevenir Estat propi, així com qualsevol modificació formal de les fronteres entre Estats capitalistes, és una acció factible i àmpliament repetida en el marc capitalista internacional. Dit d’una altra forma, Catalunya —i Escòcia, etc.— pot esdevenir un Estat propi dins del marc imperialista, pot separar-se políticament de l’Estat espanyol. (En sentit de viabilitat de l’aplicació del dret a l’autodeterminació). Tal és el significat del dret a l’autodeterminació, tal és la seva orientació i amplitud: relació entre Estats, entre nacions. Postergar la seva aplicació fins que arribi el socialisme, és a dir, admetre la seva inviabilitat en el marc capitalista, o pitjor encara, negar-lo fins i tot en el socialisme, denota una clara incomprensió de la naturalesa democràtico-burgesa i del marc polític de la reivindicació del dret a l’autodeterminació. És més, aquesta postura, tal i com s’ha explicat abans, obstaculitza la lliure unió del proletariat internacional i divideix els seus esforços, potencia els nacionalismes burgesos i perpetua l’opressió nacional. Més enllà, condicionar la defensa del dret a l’autodeterminació, això és, sotmetre la reivindicació democràtica de lliure separació de les nacions a criteris unilaterals, equival a potenciar i defensar de facto el nacionalisme burgès de la nació opressora i l’opressió nacional exercida. Tot això, malgrat omplir-se la boca d’internacionalisme i defensa del dret a l’autodeterminació, significa renunciar de facto el dret a l’autodeterminació de les nacions oprimides a l’Estat espanyol —sembla que el luxemburguisme encara no ha estat prou combatut—.

Com es veu, el punt cardinal, definitiu, del tracte del dret a l’autodeterminació de les nacions gira entorn a la lluita incansable entre nacionalisme i internacionalisme, entre l’enfocament burgès i l’enfocament revolucionari de la qüestió. Com digué Lenin, «nacionalisme burgès i internacionalisme proletari: aquestes són les dues consignes antagòniques i irreconciliables que corresponen als dos grans blocs que divideixen a les classes del món capitalista i expressen dues polítiques (és més, dues concepcions) sobre el problema nacional» [14]. El nacionalisme propugna un enfocament estrictament exclusivista i circumscrit a la pròpia nació, tant en objectius com en formes, de la qüestió nacional; l’internacionalisme propugna un enfocament des de l’àmplia visió de la necessitat d’unitat incondicional del proletariat de nacions opressores i nacions oprimides en la línia revolucionària pel comunisme. (Però, en cas d’aparença internacionalista i pràctica nacionalista, hi ha organitzacions autodenominades «revolucionàries», «marxista-leninistes» i «internacionalistes» que proclamen obertament que «el nostre objectiu final: la unificació total dels Països Catalans» [15] i que «el nostre treball serà de base dels Països Catalans, de Salses a Guardamar i de Fraga a Maó, en el que treballarem per comarques» [16]. Brillant i franca honesta expressió d’internacionalisme!). En general, el nacionalisme es centra en el «correcte», «just», «lliure», etc., desenvolupament de la nació en qüestió, mentre que l’internacionalisme postula la necessitat d’apropament i fusió de totes les nacions i del proletariat de totes les nacions en el marc de lluita revolucionària internacional contra el Poder burgès. El nacionalisme s’inclina per la «cultura nacional», mentre que l’internacionalisme ho fa per la fusió internacional de la cultura proletària i universal. En definitiva, el nacionalisme és la consigna burgesa i practicista d’enfocar la qüestió nacional i el treball polític en general; l’internacionalisme és la consigna proletària de principis de tractar la qüestió nacional i el treball polític en general des de la lluita revolucionària pel comunisme.

Cal destacar, per tant, que la consigna de la plena igualtat entre totes les nacions i del seu dret a l’autodeterminació no equival, ni molt menys, a identificar-se o recolzar els moviments i aspiracions nacionalistes de capes de la burgesia. Per una banda, pot recolzar-se aquesta consigna, element bàsic i elemental com s’ha explicat anteriorment, sense posicionar-se a favor de la separació política de tal o qual nació pels interessos concrets del moviment revolucionari i proletariat (més endavant tractarem el nostre posicionament concret davant l’exercici del dret a l’autodeterminació de Catalunya). Per altra banda, pot aplicar-se tal consigna —i hem d’aplicar-la— de forma totalment oposada, des de la línia revolucionària i internacionalista, com s’ha vist. És més, en l’època actual de capitalisme madur, d’imperialisme, quan l’organització mercantil-capitalista de la societat s’ha imposat i desenvolupat per sobre de velles formes de producció i la fusió internacional del capital en estructures comunes, l’esborrament de les barreres nacionals i la múltiple assimilació entre nacions són ja una tendència històrica universal del capitalisme [17], l’actitud del proletariat envers els moviments nacionalistes burgesos —la majoria dels quals manquen ja de contingut revolucionari— ha de ser clarament diferent que en la primera època del capitalisme. En l’etapa d’intenses lluites revolucionàries entre les formes capitalistes i formes feudals i semi-feudals, en l’etapa de configuració i consolidació del sistema político-econòmic capitalista, els múltiples moviments nacionals de la burgesia tenien un caràcter revolucionari per destruir lo «vell» i desenvolupar lo «nou», per crear Estats nacionals enfront les restes aristocràtiques. En aquesta etapa de capitalisme naixent, centrat en el desenvolupament interior de les nacions i els Estats, dels mercats nacionals i primaris, el proletariat lluità sovint al costat de capes de la burgesia nacional contra les velles formes d’organització social —les revolucions de 1848 arreu d’Europa són un clar exemple—. Amb l’assentament del sistema capitalista i el desenvolupament de les seves formes i contradiccions, amb la superació de l’estret marc del mercat nacional i la configuració monopolista, els moviments nacionalistes han perdut, en la majoria de casos, la seva vessant revolucionària pel proletariat. Per tant, per tractar la qüestió nacional, la distinció entre la línia burgesa i la línia proletària, entre el nacionalisme i l’internacionalisme, és extremadament necessària, així com també potenciar la lluita de línies entre elles. Així, en la consigna del dret a l’autodeterminació i igualtat de totes les nacions el proletariat pot i ha d’oposar i aplicar la política internacionalista, la seva política independent de classe.

Endinsem-nos més, però, en l’anterior concepció unilateral d’identificar el ple reconeixement dels drets i llibertats de totes les nacions amb recolzar moviments nacionalistes burgesos. I és que si es rebutja la consigna democràtica de plena igualtat entre totes les nacions i del seu dret a l’autodeterminació sota l’argument que és una consigna recolzada o impulsada per sectors de la burgesia nacional —o qualsevol altre motiu—, s’accepta de facto la consigna nacionalista-reaccionària de les burgesies de les nacions opressores i l’opressió nacional —torna a aparèixer el fantasma del luxemburguisme—.  Enlloc de fer de la qüestió nacional una qüestió proletària, de subordinar-la als objectius revolucionaris i tractar-la des de l’internacionalisme, s’encasella en el camp de la burgesia, es renuncia a ella, es desentén com quelcom nociuestranyaliè. Al seu torn, intentar implantar o adequar en l’ordre actual de coses els ideals d’organització política revolucionària dels Estats i les nacions, això és, negar el dret a l’autodeterminació en tant els comunistes aspirem a la fusió de les nacions, denota un estret punt de vista sobre les tasques revolucionàries, tot obstaculitzant l’articulació de la lliure unió del proletariat de diverses nacions, i legitima de nou l’opressió nacional.

Per tant, en definitiva, des de Balanç i Revolució (BiR) reconeixem, acceptem i defensem en totes les conseqüències resultants l’aplicació del dret a l’autodeterminació per Catalunya i totes les altres nacions de l’Estat espanyol —és a dir, el seu dret a la lliure separació política de l’Estat espanyol—, en base i a partir de la política internacionalista de fusió del proletariat català amb la resta del proletariat de l’Estat espanyol en una organització revolucionària única i central per a la lluita pel comunisme. Les tasques que se’ns presenten al conjunt de l’avantguarda teòrica marxista de l’Estat espanyol respecte la qüestió nacional poden enfocar-se —i s’han d’enfocar— des de dos punts diferents, però de denominador comú (unitat dialèctica). Per una banda, en la nació opressora l’avantguarda teòrica marxista ha de posar èmfasis en la necessitat de reconèixer, acceptar i lluitar pel dret a l’autodeterminació de totes les nacions de l’Estat oprimides per la seva nació, sense oblidar les tasques per l’organització central i única de tot el proletariat. Per altra banda, en les nacions oprimides l’avantguarda teòrica marxista ha de posar èmfasis en la necessitat de l’organització única i central de la classe treballadora de tot l’Estat, en la força i conveniència de la fusió del proletariat de les diverses nacions per la lluita revolucionària, sense oblidar la defensa i lluita pel dret a l’autodeterminació de la pròpia nació. En ambdós casos, això s’ha de realitzar en una constant lluita de dues línies contra els nacionalismes respectius que reclouen, divideixen i enfronten al proletariat i contra les formes revisionistes d’enfocar la qüestió nacional —que, al cap i a la fi, com s’ha vist, acaben al camp dels nacionalismes—. Aquestes tasques concretes de l’avantguarda teòrica marxista en formació s’adeqüen al moment actual de reconstitució ideològico-política del comunisme i a les seves tasques i objectius generals.

IV. POSICIONAMENT

Una hipotètica separació política de Catalunya en Estat independent forçaria —si no està forçant ja el «procés sobiranista»— una clara agudització de les contradiccions en el bloc dominant de l’Estat espanyol, principalment, i en les estructures monopolistes europees, secundàriament, en virtut de la reestructuració político-econòmica adjacent i les noves correlacions de forces que sorgirien. És important ressaltar això, no en el sentit mecanicista i vulgar compartit per sectors revisionistes segons el qual l’agudització objectiva podria propiciar automàtica i mecànicament algun tipus de moviment revolucionari —és necessari el salt qualitatiu de la consciència social proletària a partir de la fusió en les masses de la teoria revolucionària, per mitjà de l’acció i mediació del Partit Comunista de Nou Tipus—, sinó en el sentit de feblesa de l’enemic de classe i context de politització, de caldo de cultiu per treballar la consciència revolucionària. En el mateix sentit, probablement la independència política com a Estat de Catalunya alleujaria les tensions nacionalistes entre el proletariat de les diferents nacions, posaria a l’ordre del dia altres qüestions. Dit d’una altra forma, amb la resolució de l’opressió nacional respecte Catalunya i la separació en Estat independent, els objectius i les tasques per l’acció conjunta del proletariat de Catalunya i les altres nacions de l’Estat espanyol trobarien probablement un millor escenari, més distès en termes nacionalistes.

Per altra banda, entenem que únicament la franca i directa expressió democràtica de les masses per mandat imperatiu en referèndum pot aplicar el dret a l’autodeterminació. Altres camins o formes d’intentar «conduir» l’aplicació del dret a l’autodeterminació, altres camins o formes que releguen del protagonisme directe de les masses, són eines útils per la mitjana-petita burgesia catalana i altres sectors en la negociació pels seus interessos enfront el bloc del gran capital. Així, la pseudo-consulta del nou 9-N es presenta com a mecanisme per a utilitzar el moviment i la participació de masses com a carn de canó davant l’Estat espanyol en tal negociació. Per tant, rebutgem aquesta forma o camí estratègic de les faccions burgeses independentistes com a exercici del dret a l’autodeterminació; no obstant, en tant exercici participatiu, entenem que la llibertat de vot és la consigna adequada. En la mateixa línia, la celebració d’eleccions plebiscitàries en tant mecanisme parlamentari substituent del mandat imperatiu de les masses en referèndum efectiu és una expressió encara més lúcida de l’ús i maniobres conseqüents per part de mitjana-petita burgesia catalana en la seva relació contractual amb el bloc dominant. En el moment actual de redacció del document, sembla clar que l’Estat espanyol impugnarà i suspendrà també la pseudo-consulta, en la línia general de l’ofensiva-resposta del bloc dominant contra les reivindicacions de la mitjana-petita burgesia (l’Estat també utilitza tot aquest estira i arronsa per tapar les seves pròpies corrupteles).  A més, donada la falta de voluntat, el legalisme burgès i la debilitat de les forces polítiques conseqüentment independentistes per poder convocar un referèndum efectiu, arribem a la conclusió que el referèndum efectiu no es celebrarà.

Així, des de Balanç i Revolució (BiR) instem al boicot davant unes eleccions plebiscitàries i a la lliure participació i vot en qualsevol exercici participatiu, des dels objectius i tasques internacionalistes de treball per la Revolució Comunista desenvolupats anteriorment. També instem a les masses a qüestionar-se, enfrontar-se i desobeïr el marc legal burgès per tal de poder aplicar degudament el dret a l’autodeterminació de Catalunya.

La nació, com a formació històrica burgesa, és un dels grans Minotaures de l’immens laberint del sistema capitalista. Són molts els que, mansos, s’agenollen davant d’ell, mentre que altres tracten d’esquivar-lo. Confrontar-lo forma part de les tasques històriques i ineludibles dels comunistes, i no hi ha millor manera efectiva de fer-ho que enarborant de forma efectiva el dret a l’autodeterminació. Això fem nosaltres, plenament conscients de que al mateix temps reprenem el sender que ens marca aquell fil roig d’Ariadna, amb l’objectiu de sortir de l’indesitjable laberint i arribar al nostre objectiu: la humanitat plenament emancipada, on les nacions i l’explotació de l’home per l’home no siguin més que pols, restes antediluvianes procedents de la nit dels temps.

COMPLETA IGUALTAT DE DRETS DE LES NACIONS; DRET A L’AUTODETERMINACIÓ DE LES NACIONS; FUSIÓ DELS OBRERS DE TOTES LES NACIONS: TAL ÉS EL PROGRAMA NACIONAL QUE ENSENYA ALS OBRERS EL MARXISME, QUE ENSENYA L’EXPERIÈNCIA DEL MÓN SENCER. 
V. I. LENIN
PROLETARIS DEL MÓN, UNIU-VOS!

3 de novembre de 2014, Catalunya.

[1] 

Les raons materials de la contradicció interburgesa entre la gran burgesia i la mitjana-petita burgesia rauen en el fet que la segona requereix per al seu desenvolupament un marc econòmic d’acció més local, més autònom, i uns mecanismes anti-monopolistes que garanteixin la protecció respecte el gran capital, en contraposició als interessos i mecanismes internacionals de la burgesia financera.

[2] 

En el context de crisi actual, l’ofensiva del gran capital, manifestada en una acceleració de la concentració del capital, s’accentua i presenta un escenari de proletarització de capes baixes de la mitjana-petita burgesia i radicalització de l’aristocràcia obrera. Això significa la intensificació en diferents àmbits de l’oposició d’interessos entre el bloc monopolista i la mitjana-petita burgesia i sectors inferiors.

[3] 

http://www.directe.cat/noticia/291788/reunio-secreta-de-rajoy-amb-faine-i-godo-per-aturar-el-proces-sobiranista

[4] 

http://www.elsingular.cat/cat/notices/2013/02/foment_del_treball_plega_veles_eludeix_el_sobiranisme_i_el_pacte_fiscal_92829.php

[5]

http://www.diaridegirona.cat/catalunya/2014/09/16/gay-montella-reitera-foment-treball/687879.html

[6]

La República Catalana com a objectiu del projecte polític d’àmplies capes de la mitjana-petita burgesia catalana i altres faccions inferiors és l’homòloga de la III República anhelada per la mitjana-petita burgesia de la nació opressora. Les divergències entre la mitjana-petita burgesia catalana i la mitajana-petita burgesia de la nació opressora, en la seva oposició al gran capital, es manifesten també en l’actitud dels seus respectius partits polítics envers el procés sobiranista.

[7]

http://www.324.cat/noticia/2419380/economia/El-Cercle-Catala-de-Negocis-abandona-la-PIMEC-per-haver-impedit-la-votacio-sobre-lestat-propi

[8]

http://www.eltriangle.eu/cat/notices/2014/03/crisi-a-ugt-i-ccoo-pel-sobiranisme-38697.php

[9]

http://www.llibertat.cat/2014/09/que-cal-fer-27821

[10]

Aquesta dualitat de línies pot situar-se fora de comarques gironines, de l’Alt Maresme, zones com Badalona, etc., perquè en aquests indrets l’hegemonia del MDT no és qüestionada per les organitzacions d’Arran, SEPC o CUP.

[11]

«La reconstitució ideològica del comunisme no és un exercici acadèmic, i per això mateix és quelcom que no es realitza des de la teoria per la teoria, és a dir, en funció de l’acoblament complet d’un suposat corpus teòric preestablert i que romangués com entelèquia teòrica oculta que fora necessari desvetllar i recuperar dels llimbs del pensament pur. Al contrari, la reconstitució ideològica es realitza des de la teoria per la pràctica, és a dir, en funció dels interessos concrets i reals del moviment de Reconstitució política, en funció dels problemes reals que l’avantguarda necessita resoldre per donar continuïtat a aquest moviment i per ampliar-lo en la seva base». (Nueva Orientación; El Martinete, pàg. 126, nº19, 2006 — Traducció pròpia).

[12]

La centralizació política, des del punt de vista del marxisme, correspon al sistema d’organització econòmica comunista de propietat social de tot el poble sobre els mitjans de producció, així com als interessos immediats de la Revolució Comunista esmentats al text.

[13]

Altres lluites parcials que amplis sectors del revisionisme presenten com a àmbit de lluita o camí per l’acumulació de forces per quan es doni una crisi revolucionària són el republicanisme, el feminisme, les marees de colors, etc.

[14]

V. I. Lenin, «Notes crítiques sobre el problema nacional», 1913; pàg. 18, Volum VI, Obres Escollides; Edició Progreso, Moscou, 1973. (Traducció pròpia)

[15]

Front Revolucionari dels Països Catalans (FRPC), «Comunicat davant el referèndum del 9N al Principat», juliol de 2014; http://frpc.noblogs.org/post/2014/07/28/comunicat-davant-el-referendum-del-9n-al-principat/

[16]

Front Revolucionari dels Països Catalans (FRPC), «Manifest fundacional del FRPC», abril de 2014; http://frpc.noblogs.org/post/2014/04/

[17]

La gran burgesia ho explica així: «l’objectiu d’assegurar l’adequat funcionament del mercat únic i profunditzar en el seu desenvolupament exigeix l’establiment de normes homogènies i la coordinació d’un cert nombre d’instruments de política econòmica, fet que redueix la capacitat de les autoritats nacionals per influir de forma autònoma sobre les seves economies. […]. Les vessants de la política econòmica més rellevants pel funcionament d’un mercat únic són les que han estat objecte d’un major grau de centralització. […]. El mercat únic exigeix eliminar les restriccions que limiten la concurrència i, en particular, les pràctiques proteccionistes que, d’un mode o altre, les autoritats nacionals poden intentar introduir o mantenir per reforçar la posició en el mercat de les empreses autòctones». («L’anàlisi de l’economia espanyola», Servicios de Estudios del Banco de España; pàg. 67, Alianza Editorial, Madrid, 2005 —Traducció pròpia).

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